
1.1.11
feliz año 100

29.7.10
olé
Yo fui rabiosamente antitaurino hasta el último año de la universidad (1989). Después he pensado durante muchos años que habría que dejar que fuera la propia sociedad la que poco a poco abandonara un espectáculo tan cruel, bárbaro e indigno (pero ya no creo demasiado en ningún progreso moral, cultural o educacional de la sociedad, al menos no de la española). Pues bien, recientemente, en la Feria del Libro, decidí firmar una petición a favor de la prohibición de las corridas de toros* como respuesta a la estúpida idea de Esperanza Aguirre de declararlas "bien de interés cultural".
Y reconozco que me alegro de que una decisión política, aprobada según la reglas de nuestro juego democrático en el parlamento de Cataluña, por iniciativa popular, con cierto debate previo, manifestaciones de uno y otro cuerno en las calles, y libertad de voto de los diputados del PSC y de CiU, saque de sus casillas al españolismo más carca, ése de la bandera rojigualda con el toro de Osborne en lugar del aguilucho o la gallina franquista.
* Por cierto, ¿por qué se llama "corrida" cuando se encierra al toro en una plaza para darle muerte, y "encierro" cuando se lo corre por las calles, como en San Fermín?
Para compensar tanta mediocridad e hipocresía, recomiendo la lectura del editorial de El País de hoy o este artículo de Público.

17.5.10
Córdoba
15.3.10
cosas del papel
celebraciones





2.2.10
2012
18.12.09
e...festivamente
Resulta que, acostumbrados a que las basílicas sean en la actualidad un tipo de iglesias cristianas, nos olvidamos de que, en su origen, se trataba de grandes edificios que los romanos utilizaban para actividades comerciales y judiciales, una suerte de foro bajo techo. Su propio nombre significa "(vestíbulos o salas) reales". Pues bien, cuando los cristianos dejan de ser perseguidos y su número se va haciendo cada vez mayor, ante la imposibilidad de utilizar para sus rituales los templos de la religión romana, se apropian del amplio espacio de las basílicas, convirtiéndolas en iglesias. Todavía puede sentirse en basílicas como la de Santa Maria Maggiore* en Roma, al igual que en el espléndido Panteón, la presencia del viejo paganismo latiendo en las columnas.


Pensándolo bien, es curioso que intentemos desconectar de la rutina durante las semanas que circundan estas fiestas, y que hagamos otro tanto durante las vacaciones de verano, o en Semana Santa... Como si necesitáramos estar de fiesta casi la cuarta parte del año.

4.8.09
despedidas


7.1.09
vuelta a la anormalidad




Lo curioso es que todos los años dediquemos, entre pitos y flautas, un mes entero a las fiestas de fin de año, desde principios de diciembre (con los preparativos mentales, lumínicos, viajeros etc) hasta Reyes. Es decir, la duodécima parte del año, y por tanto de nuestras vidas, la consagramos a esta fiesta que se repite cíclica y estacionalmente, con el solsticio de invierno. Paganismo puro.
Sumemos a ello el otro mes (agosto) en que casi todo se paraliza, y ya tenemos un sexto de nuestras vidas dedicado a pensar en otras cosas, a evadirnos y distraernos (y ello sin incluir el fútbol, los nacionalismos y otras religiones de diverso pelaje). ¿Existencialismo intuitivo?
Tal vez lo normal sea eso, y no el trabajar siete u ocho horas al día veinte días al mes para que las empresas y la banca hagan sus cuentas. Pero, en fin, aquí estamos de nuevo, de vuelta a la anormalidad cotidiana.
Me despido con una imagen capturada en el centro peatonal de Manacor. ¿Será un mensaje de los dioses? De ser así, ¿de cuáles?

21.12.08
feliz solsticio
13.8.08
obligaciones

La agonía de Valentine Godé-Darel, 24 de enero de 1915.
(Kunstmuseum, Basilea)
1.1.08
Nochevieja surrealista
Yo era de los pocos "narizotas" entre uno o dos centenares de chinos y taiwaneses. Hubo música y danza, así como una rápida introducción al flamenco de la mano de Sandra, una taiwanesa de 12 años que ha venido a Madrid para estudiar flamenco en el Conservatorio y a la que no le faltan sentimiento, genio, chispa y sentido del humor:
Había también una rifa, a la que no nos quedamos porque volvimos a casa antes de medianoche para tomar las uvas y el cava. El gran premio de la rifa era...
Ya en casa, con nuestros amigos Alin (rumano) y Chiungyao (taiwanesa), brindamos por un 2008 lleno de alegrías y sorpresas. ¡Va por ustedes!
25.12.07
nuestra cena de Nochebuena

En otras entradas de este blog con la misma etiqueta temática de "comida" encontraréis más detalles sobre dicho plato. Os dejo con el conjunto de belén o nacimiento pintado en madera, elfo o papá noel (o cabroncete navideño) finlandés también pintado en madera, cerdo traga-monedas de 2 euros, gallito portugués y figuritas sorpresa de roscón de reyes.

21.12.07
feliz principio del fin del invierno

6.12.07
¡comprad, cabrones!
Reconozco que dedicar un mes entero a las fiestas de fin de año, como se hace ahora, no está mal como pasatiempo colectivo. Lo malo es el envoltorio: comprar, gastar, derrochar y tener que divertirse por narices.
Así que me lo voy a tomar con calma, para poder disfrutar de las pequeñas cosas. Sólo os propongo un modesto boicot a las compañías de telefonía móvil, que ya andan sobradas de pasta: no enviar ni responder a mensajes de texto de felicitación como los que se suelen recibir en Nochevieja.
27.11.07
felicidad a raudales

Disculpad que me adelante a la avalancha de felicitaciones. Resulta que, a partir de hoy, nueve millones de bombillas alumbrarán en Madrid la inminente venida de las navidades y de las fiestas de fin de año. Como escribí en un poema de diciembre del 2000, he aquí de nuevo "la orgía interminable de bombillas, / de anuncios y sonrisas envueltas en papel multicolor". Esta vez, por suerte, la calle de Bravo Murillo se queda sin lucecitas a consecuencia de las obras, aunque los que os empeñéis en verlas podéis acercaros a la glorieta de Cuatro Caminos a disfrutar de un horroroso cono de metal o plástico iluminado, supuesto árbol de navidad que supera en su fealdad a la mismísima catedral de la Almudena.
Que los dioses os concedan alegría y felicidad, buena comida y bebida, agradable compañía y poco estrés, si las fiestas lo permiten. En cuanto a los deseos para el año próximo, sabed que tendréis que dirigirlos a los reyes majos (qué digo majos: majísimos) que os saludan en la foto. Recordad que sus deseos coinciden necesariamente con los nuestros y que, mientran sonrían a las cámaras, nada malo hemos de temer, porque ellos seguirán velando por nuestra paz y nuestra seguridad.
25.12.06
móviles de oro

Supongo que todos recibimos anoche más de un mensaje de "Feliz Navidad" en el teléfono móvil; yo, cada vez que oía el bip-bip de recepción de uno, me adelantaba (como si fuera telépata) a informar de su contenido sin que el destinatario tuviera tiempo de leerlo por sí mismo, y, claro, creo que siempre acertaba. Como escribí en respuesta a una de estas felicitaciones (que agradezco, aunque pudiera parecer lo contrario) con estos mensajitos se forran los teleoperadores, lo que redunda en beneficio de la humanidad entera y, de paso, nos hace a todos más felices. Pues bien, como el miércoles nos vamos una semana a Lisboa a pasar la Nochevieja y el Año Nuevo, he decidido que no voy a responder a los sms que me lleguen, y que probablemente desconectaré el móvil para ser coherente con este discurso cascarrabias.
A Chen la sorprende que en Europa se mantenga durante 7, 8 ó 9 años a los niños en la mentira colectiva de los Reyes o Papá Noel (aka Santa Claus); en Taiwán, los niños saben quién les hace (les da) el regalo, que, por otra parte, suele ser un sobre rojo con dinero. Lo nuestro se parece bastante a "El show de Truman" pero patrocinado por El Corte Inglés. Luego, cuando te enteras del timo, te conviertes en un descreído para el resto de tus días. Y, como contaba Víctor, que no se te ocurra pasearte con una camiseta que diga "Queridos niños, Los Reyes Magos son papá y mamá", porque te llamarán hijoelagranputa y querrán partirte la cara, aunque la llevaras puesta en una discoteca a las tres de la mañana.
En cualquier caso, lo más sorprendente no es que mintamos a los niños con la excusa de la ilusión o la inocencia, sino que lo hagamos también entre adultos con tanto espíritu navideño, tantas felicidades fingidas y forzadas. Ya lo decía mi vecino Lorenzo: "¡¿Cómo puede ser verdad tanta mentira?!"
22.12.06
felices fiestas

Pues bien, un año más nos encontramos aproximadamente en el día más corto y la noche más larga del año, fiesta pagana que todos celebramos con el nombre otrora cristiano de Navidad. Con la particularidad de que, gracias al cambio climático, ahora podemos disfrutar de la contemplación de moscas en diciembre, de avispas en invierno, tanto en Bruselas como en Madrid.
Como bien decía Elvira Lindo en su columna El Belén en la última página de El País del pasado miércoles, la Navidad no pertenece sólo a los creyentes, y un belén es un cuento que pertenece a la cultura popular. En otras palabras, que os deseamos a todos unas felices fiestas y un nuevo año de 2007 suave y placentero.
No sabía si ilustrar este mensaje con una foto de Chen y mía, o con otra del duende navideño finlandés pintado sobre un pequeño leño (y dale con la rima) que preside permanentemente nuestro salón desde encima del televisor, pero al final he optado por una vista de la Tierra desde la Luna, la misma con que me encuentro cada vez que enciendo o apago el ordenador.
Besos y abrazos
26.12.05
entre fiestas
La verdad es que he encontrado en Taiwán más "espíritu navideño" del que esperaba. Aunque un diez por ciento de los 23 millones que pueblan la isla son cristianos, la navidad no se celebra oficialmente (es como el año nuevo chino en España). Sin embargo, parece que en los últimos años se han ido extendiendo más y más los modos occidentales: árboles, decoración, villancicos etc. Por otra parte, se me había olvidado que en Taiwán el invierno también existe, y, aunque suave, al atardecer refresca y conviene abrigarse, y por la noche hay que dormir con pijama y manta(s).
Pues bien, Chen y yo decidimos irnos a pasar el fin de semana a Taichung (en pinyin "Taizhong"), ciudad situada a entre 2 y 3 horas en coche desde Pingtung. Hemos hecho fotos, pero como todavía no hemos logrado pasarlas de la cámara al ordenador, tendré que enviároslas en un próximo reportaje fotográfico. Tuvimos suerte: el viernes subieron las temperaturas y me he pasado desde entonces hasta hoy en camiseta (dicen que mañana refresca de nuevo). La primera foto que no os mando, del sábado 24 de diciembre, podría titularse "En camiseta en un área de servicio", para dar un poquito de envidia.
En Taichung nos quedamos una noche en casa de una amiga de Chen, Apple, casada y con tres hijas de 14, 15 y 16 años más o menos. Viven en una zona, barrio o municipio llamado Longjin, el Pozo del Dragón, nombre prefecto para donde íbamos a pasar la Nochebuena. Otra de las futuras fotos podría ser "El conejo blanco". Su casa se encuentra en una calle de restaurantes y tiendas, como las Ramblas pero cuesta arriba en la montaña, con multitud de turistas durante la tarde y la noche. Llegamos a eso de las cuatro y, después de tomar el té con la familia, quedamos con Dulce, una amiga taiwanesa que estudia en Taichung y a la que conocí en el metro de Madrid hace unos meses. Dimos una vuelta y luego fuimos a cenar de tapas en un salón de té. Todo estaba lleno de gente, las tiendas, los restaurantes: puro consumismo navideño, como en casa. Después, a eso de las diez, quedamos con otra amiga, Nathalie, y su marido, que nos llevaron en coche a una cafetería más cerca del centro de la ciudad. Como se acaban de casar en noviembre, procedimos al visionado mutuo y obligatorio de los álbumes de fotos correspondientes. En resumen, una tarde bastante animada, con muchas actividades.
El domingo 25, después de un desayuno abundante con la familia, nos pusimos en camino de vuelta a Pingtung. Primero visitamos el campus de la universidad de Tunghai ("Donghai"), en Taichung, muy espacioso y tranquilo, donde, además de facultades que más bien parecen templos de la ciudad japonesa de Nara, se encuentra la iglesia Capilla Memorial de Luce, del arquitecto I. M. Pei, construida a prueba de terremotos (es decir, de la ira divina):
http://en.wikipedia.org/wiki/Luce_Memorial_Chapel
En el campus sacamos fotos de un árbol de navidad y un par de belenes obra de los estudiantes. Ya en Pingtung, y después de la siesta, fuimos a la iglesia (cristiana) de Chen, donde había cena de navidad. Cada parroquiano llevó un plato distinto: pato de Pequín, sopa de almejas o de albóndigas de pescado, comida aborigen, gambas y langostinos, arroz y tallarines con carne, pescado o verduras etc. Nosotros, jamón serrano (traído de España) y pan blanco comprado en el Carrefour. Aparte de que nos pusimos las botas, tuve la impresión de encontrarme en el ambiente más apropiado posible para la cena de navidad: entre cristianos practicantes. Hubo un reparto de regalos al azar (para los más de 50 participantes, también para los que, como yo, no habían llevado un regalo desde casa, como lo del amigo invisible), y a mí me tocó hacer en una ocasión de mano inocente para extraer tres números del sorteo.
Los compañeros de la iglesia de Chen ya me conocen porque he aparecido por allí en varias ocasiones, creo que no sólo coincidiendo con cenas o similares. Uno de ellos es capitán de barco, y durante varios meses lleva un petrolero hasta Oriente Medio y luego disfruta de otro par de meses de permiso en Taiwán. Ayer charlamos durante un buen rato y me puso al corriente de las diferentes prácticas de piratería en Yibuti (Djibouti) o en el estrecho de Malaca, en el Mar de China Meridional.
Otra de las fotos que quería hacerme era una con una chica vestida de Papá Noel o Santa Claus, pero con falda, a ser posible una vendedora de betel (aunque dudo mucho que cambien de ropa con motivo de las fiestas) o, si no, una cajera de grandes almacenes. Pues bien, al final conseguí hacerme la foto. A ver si hay suerte y os la envío mañana.
Os deseamos tranquilidad y relax en los días que quedan hasta Nochevieja y Año Nuevo.
El fin de semana que viene tenemos pensado bajar a Kenting, en el sur. A ver si hay suerte, el sol calienta, y puedo empezar el 2006 dándome un baño en la playa.
19.12.05
de King Kong a Pintung (pasando por Hong Kong)
Tengo "jet lag" (o cronofatiga) después del triple vuelo de un total de 18 horas de duración. Al contrario de lo que temía o imaginaba, el vuelo largo entre Francfort y Hong Kong (de 11 horas) no se me hizo nada pesado porque tuve la suerte de tener libre el asiento contiguo en una fila de dos, con lo que no hubo que molestar a nadie ni tampoco que ser importunado para ir al servicio etc durante la pseudonoche del avión.
En el avión pusieron "Charlie y la fábrica de chocolate"; lástima que no encargaran hacer "King Kong" precisamente a Tim Burton, que habría podido aportar algo de humor y mala leche en lugar de tanta baba y lagrimilla. Otra cosa, por si se me olvida: os recomiendo adquirir la novela histórica que viene este miércoles con "El País", "Los idus de marzo", de Thornton Wilder. Y con esto pasamos a Taiwán de una vez por todas.
Nada más llegar, y tras dormir una siestecita, fuimos a un pueblo en las afueras de Pingtung donde se celebraba la conclusión de la restauración de un templo. La familia de Yingchen, una amiga de Chen, al igual que otras familias de la localidad, ofrecía una cena a más de un centenar de personas (al menos 15 mesas con no menos de 8 comensales cada una) bajo una carpa montada en un callejón, casi como si fuera un banquete de bodas, con todo tipo de platos... No estaba nada mal como "desayuno tardío" de bienvenida al país. De postre, además de fruta, había una especie de iceburger o hamburguesa de helado; me decidí a probarla engatusado por el envoltorio, cuando en realidad se trataba de un corte de helado no cuadrado sino redondo, con galleta fina industrial similar a la de los helados de bola cuyo presupuesto no da para barquillo; en fin, menos de lo que prometía.
En la casa de esta familia había cierta decoración navideña como el árbol engalanado con luces y otros adornos, o los cartelitos de "Merry Christmas" con purpurina. Al parecer, cada año que pasa los taiwaneses, en su mayoría no cristianos, van celebrando un poco más la navidad, tal vez como los europeos el Halloween, arrastrados por el imparable tsunami del consumismo folcloricorreligioso. Después de cenar fuimos a comprar al Carrefour, donde, además de algunos villancicos en la machacona música de fondo, las cajeras estaban vestidas de Santa Claus o Papá Noel, pero con falda (también esta mañana en el 7Eleven); algo así como el papa Benemérito XVI (el mote no es mío) con tricornio o, como escribió Maruja Torres, "papacornio".
Ahora estoy en la escuela de Chen, con un despacho a mi disposición para escribir o para echarme otra siestecita mientras ella trabaja. Esta mañana ella la tenía libre, y, como nos hemos levantado tarde, casi no hemos tenido tiempo más que para ir a la desayunería de su tía (donde he pedido, cómo no, tortilla de albahaca) y, al cabo de un rato, a un restaurante para almorzar con dos colegas suyos (mi plato: filete de anguila a la plancha con salsa japonesa). Todo el mundo dice que me encuentra más delgado, y eso que no me vieron antes de los diez días pasados entre Cabo de Gata y Estrasburgo, en los que no me privé de casi nada.
Una vez más me sorprendo de lo rápido que me adapto a la nueva normalidad de la vida en Pingtung. Los días en Madrid me resultan ahora, de pronto, lejanos y vagos. Aquí, aunque refresca de noche y hay que ponerse algo de abrigo, de día (sobre todo al sol) se puede ir en camisa. Es el invierno (sub)tropical, con temperaturas que oscilan entre los 14 y los 25 grados, poca humedad en el aire (al menos si se compara con el verano) y algún mosquito despistado.