26.1.05

sopa de tortuga

Hola desde Pingtung, en el sur de Taiwán. Ésta es mi segunda "crónica" taiwanesa.

Esta mañana he comenzado a pintar con las acuarelas que me traje de Madrid y los pinceles que compramos ayer en una tienda de Pingtung. Hace semana y pico que Ismael nos dio una clase de iniciación en la acuarela a Christian, Fátima, Laura y a mí, y ya iba teniendo ganas de ponerme manos a la obra. Sobre todo después de haber conocido ayer en casa de Michel y Theresa a toda una familia de artistas, a saber: Laurence Mellinger (http://laurence.mellinger.free.fr), su novio Alexis, su padre Dany (escultor y muralista) y su madre Michelle. De momento he pintarrajeado las cuatro o cinco primeras páginas del cuaderno y por lo menos me he entretenido y relajado durante un par de horas, lo que no es poco.

Una de las últimas películas que vi en Madrid fue la más reciente de Ken Loach, “Ae Fond Kiss” (un beso cariñoso, traducida como “Sólo un beso”). Es una versión eiropaquistaní (eiro- de Eire, Irlanda) de Romeo y Julieta o cualquier otra historia de montescos y capuletos de las muchas que circulan desde que el mundo es mundo. Los personajes son ficticios y, además, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, si sabes a qué me refiero…

Ayer por la noche, después de cenar cocido chino de carne de cabra con unos amigos (y trasegar unos cuantos litros de Taiwan Beer), fuimos con ellos a un KTV, es decir, un reservado-karaoke donde se canta sólo delante de tu grupo de amigos, sentado en un cómodo sofá con comida y bebida sobre la mesa, en lugar de hacerlo subido a un escenario a la vista de todo quisqui. Aparte de cantar algunas frases sueltas en chino, me animé con el escaso repertorio en lengua española: “Bailamos” (de Enriquito Iglesias), “La bamba” (horriblemente transcrita; por ejemplo, en vez de “marinero”, se leía “ma dinero” !!!), “Guantanamera” y “Macarena”. Al volver a casa continué la fiesta con el hermano de Chen, un primo suyo y otros tres amigos (de uno de ellos decían de coña los demás que su tío era Mao Tse Tung); bebimos más cerveza y me invitaron a probar sopa de tortuga: mordisqueé un trocito cartilaginoso y bebí un par de tazones de un caldo bastante fuerte de sabor en el que se cocían la cabeza y otros cachos del pobre animalito; cuando el caldo estaba a medio consumirse, añadieron más líquido: medio litro de aguardiente de arroz, bebida más potente que el vino de arroz (o sake). Lo que sí me aseguraron es que beber esa sopa es muy bueno para la virilidad.

Hoy también he cogido la bici por segundo día consecutivo. A pesar del tráfico caótico y las motos kamikaze, montar en bici es un gustazo.

24.1.05

primeras noticias desde Pingtung

Llegué a Taiwán el viernes pasado tras 24 h de aviones y aeropuertos (7 horas en el de Hongkong te dejan peor que al Tom Hanks de "La terminal", la última película perpetrada por Spielberg). Lo bueno es que ya se me están pasando el "jet lag" y la mueca de yeti que te produce.

Del vuelo, lo más impresionante es la visión de la interminable llanura o meseta monatañosa del Tíbet, cubierta de nieve, hielo o escarcha. Interminable por no decir infinita, y quien lo dude que se agarre un atlas y la compare con las cordilleritas pirenaica o alpina, que tanto me cautivan en mis frecuentes vuelos a Bruselas y Estrasburgo.

Hemos pasado el fin de semana en Kenting, en el sur. Temperatura: unos 20 grados, con sol. He ido a la playa un par de veces, pero no nos hemos bañado. Ahora ya estoy en Pingtung. La sensación predominante es de absoluta normalidad. No me extraña nada: ni la gente, ni la comida, ni los letreros incomprensibles o ilegibles (bueno, algo sí que pillo, pero ya no me fijo en ellos), ni el endiablado idioma chino en su versión coloquial. Y hoy me acaba de cortar el pelo nuestra amiga Kiki.

Por cierto, el novio de Kiki (Andy) ha leído en internet algo escrito en chino por Jimmy, nuestro amigo cocinero, donde al parecer habla de mi hermana Beatriz como de una gran cocinera (vete preparando el libro de recetas, por si te piden que lo demuestres en Extremo Oriente). Quizás también la fama de Kiki como peluquera logre extenderse hasta los confines occidentales de Eurasia.