Por si no teníamos bastante con el españolismo epidérmico de las banderas, las camisetas y los himnos telecavernícolas del mundial de fútbol, ahora, con ocasión de la prohibición del toreo en Cataluña, vemos reaparecer los "argumentos" de la derecha españolista más rancia en las declaraciones de políticos del PP y el PSOE, en los titulares patéticos de la prensa facha e incluso en la cobertura de la noticia en el telediario de TVE de anoche.
Yo fui rabiosamente antitaurino hasta el último año de la universidad (1989). Después he pensado durante muchos años que habría que dejar que fuera la propia sociedad la que poco a poco abandonara un espectáculo tan cruel, bárbaro e indigno (pero ya no creo demasiado en ningún progreso moral, cultural o educacional de la sociedad, al menos no de la española). Pues bien, recientemente, en la Feria del Libro, decidí firmar una petición a favor de la prohibición de las corridas de toros* como respuesta a la estúpida idea de Esperanza Aguirre de declararlas "bien de interés cultural".
Y reconozco que me alegro de que una decisión política, aprobada según la reglas de nuestro juego democrático en el parlamento de Cataluña, por iniciativa popular, con cierto debate previo, manifestaciones de uno y otro cuerno en las calles, y libertad de voto de los diputados del PSC y de CiU, saque de sus casillas al españolismo más carca, ése de la bandera rojigualda con el toro de Osborne en lugar del aguilucho o la gallina franquista.
* Por cierto, ¿por qué se llama "corrida" cuando se encierra al toro en una plaza para darle muerte, y "encierro" cuando se lo corre por las calles, como en San Fermín?
Para compensar tanta mediocridad e hipocresía, recomiendo la lectura del editorial de El País de hoy o este artículo de Público.
Yo fui rabiosamente antitaurino hasta el último año de la universidad (1989). Después he pensado durante muchos años que habría que dejar que fuera la propia sociedad la que poco a poco abandonara un espectáculo tan cruel, bárbaro e indigno (pero ya no creo demasiado en ningún progreso moral, cultural o educacional de la sociedad, al menos no de la española). Pues bien, recientemente, en la Feria del Libro, decidí firmar una petición a favor de la prohibición de las corridas de toros* como respuesta a la estúpida idea de Esperanza Aguirre de declararlas "bien de interés cultural".
Y reconozco que me alegro de que una decisión política, aprobada según la reglas de nuestro juego democrático en el parlamento de Cataluña, por iniciativa popular, con cierto debate previo, manifestaciones de uno y otro cuerno en las calles, y libertad de voto de los diputados del PSC y de CiU, saque de sus casillas al españolismo más carca, ése de la bandera rojigualda con el toro de Osborne en lugar del aguilucho o la gallina franquista.
* Por cierto, ¿por qué se llama "corrida" cuando se encierra al toro en una plaza para darle muerte, y "encierro" cuando se lo corre por las calles, como en San Fermín?
Para compensar tanta mediocridad e hipocresía, recomiendo la lectura del editorial de El País de hoy o este artículo de Público.
1 comentario:
Hola. Soy Lúa. he llegado a tu blog a través de Wikipedia por un tema del Esperanto.
Estamos llevando a cabo un humilde proyecto musical con mi hermano y nos sería de muchísima utilidad tu ayuda para solucionar un par de dudas de esta lengua.
Te dejo mi email por si te interesaría ponerte en contacto con nosotros. Gracias y un saludo
lua.rockroll@gmail.com
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