Ayer volvimos de Mallorca, tras pasar seis días con las familias de mis dos hermanas. Diréis que me repito, pero estoy seguro de que esta vez no soy el único que ha puesto algún que otro kilo de más durante las fiestas. Para no defraudaros, y antes de soltar el rollete seudofilosófico o seudosociológico (quizás debería decir "ociológico"), primero os obsequiaré con imágenes de unas estupendas sopas mallorquinas...
... de una hoja de limonero cubierta con finísima masa de buñuelo...
... de un pastel casero (y contundente) de higos y nueces...
... o de las naranjas y limones del huerto de una de mis hermanas...
Volviendo al tema de las navidades y el año nuevo, lo de menos es el pretexto; lo importante es celebrar: brindar, brincar, charlar, divertirse, repartir besos... En Nochevieja o en Torrevieja, tanto da. Pero sin obligaciones. Y a quien no le apeteciera o prefiriese una cena tranquila, o en fecha no tan señalada, nada que objetar.
Lo curioso es que todos los años dediquemos, entre pitos y flautas, un mes entero a las fiestas de fin de año, desde principios de diciembre (con los preparativos mentales, lumínicos, viajeros etc) hasta Reyes. Es decir, la duodécima parte del año, y por tanto de nuestras vidas, la consagramos a esta fiesta que se repite cíclica y estacionalmente, con el solsticio de invierno. Paganismo puro.
Sumemos a ello el otro mes (agosto) en que casi todo se paraliza, y ya tenemos un sexto de nuestras vidas dedicado a pensar en otras cosas, a evadirnos y distraernos (y ello sin incluir el fútbol, los nacionalismos y otras religiones de diverso pelaje). ¿Existencialismo intuitivo?
Tal vez lo normal sea eso, y no el trabajar siete u ocho horas al día veinte días al mes para que las empresas y la banca hagan sus cuentas. Pero, en fin, aquí estamos de nuevo, de vuelta a la anormalidad cotidiana.
Me despido con una imagen capturada en el centro peatonal de Manacor. ¿Será un mensaje de los dioses? De ser así, ¿de cuáles?
Lo curioso es que todos los años dediquemos, entre pitos y flautas, un mes entero a las fiestas de fin de año, desde principios de diciembre (con los preparativos mentales, lumínicos, viajeros etc) hasta Reyes. Es decir, la duodécima parte del año, y por tanto de nuestras vidas, la consagramos a esta fiesta que se repite cíclica y estacionalmente, con el solsticio de invierno. Paganismo puro.
Sumemos a ello el otro mes (agosto) en que casi todo se paraliza, y ya tenemos un sexto de nuestras vidas dedicado a pensar en otras cosas, a evadirnos y distraernos (y ello sin incluir el fútbol, los nacionalismos y otras religiones de diverso pelaje). ¿Existencialismo intuitivo?
Tal vez lo normal sea eso, y no el trabajar siete u ocho horas al día veinte días al mes para que las empresas y la banca hagan sus cuentas. Pero, en fin, aquí estamos de nuevo, de vuelta a la anormalidad cotidiana.
Me despido con una imagen capturada en el centro peatonal de Manacor. ¿Será un mensaje de los dioses? De ser así, ¿de cuáles?
3 comentarios:
Pues yo me alegro de que tanto te gusten y disfrutes con estas fiestas. A mí reconozco que me cargan un poco, sobre todo si "los demás" no están por la labor. Pero en todo caso, al menos puedo decir que no he cogido sino soltado algo de peso. ¡Algo alegre tenía que tener también yo! Feliz Año a todos.
return to that which is normal, hmmm i like the holiday time if it means mallorca and delicious gorgeous food:) looks good!
return to abnormality...
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