Va llegando la hora de despedirse... y de recordar lo rica que está la alcachofa frita como antipasto o entrante...
La última tarde nos acercamos a la Ciudad del Vaticano, en la que reside el papado, institución enemiga de la libertad y el conocimiento (palabras sinónimas) durante tantos siglos en Europa; la sede de la represora y reprimida Iglesia Católica, esa que con una mano reprende lo que menea o manosea con la misma (o con la otra). En fin, no os sorprenderá que la Basílica de San Pedro me dejara frío (hasta la palabra "basílica" ha sido usurpada por el cristianismo), casi tanto como un remedo del mastodóntico Palacio de Justicia bruselense, pero recubierto de oros y mármoles y custodiado por un ejército folclórico de arlequines y pitufos.
Ya de noche quedamos a cenar con la pareja italotaiwanesa que os comentaba, a saber: Alfonso...
... y Yiyi, con los que nos pusimos las botas en una pizzería del barrio universitario de San Lorenzo (recomendada también por nuestro amigo Andrea).
Y ahora sí, amigos & amici, pongo punto final a este reportaje o diario ilustrado con un gran saludo a todos vosotros y, en particular, a quienes habéis coincidido con Chen y conmigo en alguna de las etapas de este viaje.
Ciao, Italia! Arrivederci!
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