4.2.05

¿eructar no es tan feo?

Acaba de pasar la medianoche, así que ya es día 4. Desde que llegué a Taiwán os escribo en la habitación, con el portátil de Chen (marca taiwanesa: Acer), no desde un cibercafé como en mi estancia anterior.

Dos cosas a las que hay que acostumbrarse en Taiwán son, en primer lugar, que no puede arrojarse papel en la taza del váter (tampoco en Grecia) y, segundo, que, en efecto, no es de mala educación eructar. En los últimos diez días he oído eructos ruidosos, algunos estentóreos, tanto en las mesas de los restaurantes del aeropuerto de Hong Kong como en tiendas, grandes almacenes, tascas y tabernas de Pingtung, así como en casa, sobre todo cuando llego por la noche y me encuentro al hermano de Chen y a sus amigos cenando cocido chino o sopa de tortuga anura (sin cola). La palma del estruendo se la lleva "el sobrino de Mao Tse Tung", que además tiene la boca completamente echada a perder por el hábito de masticar la nuez de betel, con los dientes enrojecidos, por no decir ennegrecidos. Con eso y con todo, es un tipo simpático, y nos hemos reído un montón entre brindis y brindis (brindan más que yo), en especial cuando le da por tararear Guantanamera con un certero contoneo de las caderas. Por suerte parece que sólo eructan los hombres: ninguna de mis amigas y conocidas lo hace, al menos en mi presencia.

No hay comentarios: