Hola, y feliz febrero a todo el mundo,
Hoy he tenido que recurrir a la amistad y la tecnología para conseguir que llegara a mis manos una partida de nacimiento que dejé en Madrid después de que allí me dijeran que no la necesitaría, algo que me acaba de desmentir (de modo poco rotundo, eso sí) el encargado de este tipo de asuntos de nuestra oficina de representación (es decir, criptoembajada) en Taipei. Ya odiaba la burocracia, sobre todo la vertiente consular y de visados por lo que tiene de humillante para el extranjero por el mero hecho de serlo; ahora además compruebo que es un auténtico coñazo no sólo en España sino también en estas tierras, y que la culpa no la tiene la actual globalización. Cuánta razón tenía Miguel Espinosa en su "Escuela de mandarines"...
También estoy un poquito hasta las narices de los preparativos de la boda. Llevamos dos días visitando tiendas pre(para)nupciales. Me imagino que en España la cosa es igual de hortera y/o cursi pero en plan castizo. Ah, nada de esto sería necesario si los dos fueramos de Chinchón, o de Chingchong, por poner otro ejemplo.
Lo del cambio de planes es porque, al final y sin que sirva de precedente, hemos decidido no casarnos el miércoles 16... sino el sábado 12. En efecto, en una maniobra inaudita con el fin de sorprender y desorientar al adversario, adelantamos el acto cuatro días. Además lo haremos en la iglesia de Chen, por si quedaba alguien a quien despistar, humano o divino. El resto sigue igual: legalización en el juzgado, viaje a Japón, celebración en agosto... Y que no cunda el pánico: habrá fotos.
Hoy he tenido que recurrir a la amistad y la tecnología para conseguir que llegara a mis manos una partida de nacimiento que dejé en Madrid después de que allí me dijeran que no la necesitaría, algo que me acaba de desmentir (de modo poco rotundo, eso sí) el encargado de este tipo de asuntos de nuestra oficina de representación (es decir, criptoembajada) en Taipei. Ya odiaba la burocracia, sobre todo la vertiente consular y de visados por lo que tiene de humillante para el extranjero por el mero hecho de serlo; ahora además compruebo que es un auténtico coñazo no sólo en España sino también en estas tierras, y que la culpa no la tiene la actual globalización. Cuánta razón tenía Miguel Espinosa en su "Escuela de mandarines"...
También estoy un poquito hasta las narices de los preparativos de la boda. Llevamos dos días visitando tiendas pre(para)nupciales. Me imagino que en España la cosa es igual de hortera y/o cursi pero en plan castizo. Ah, nada de esto sería necesario si los dos fueramos de Chinchón, o de Chingchong, por poner otro ejemplo.
Lo del cambio de planes es porque, al final y sin que sirva de precedente, hemos decidido no casarnos el miércoles 16... sino el sábado 12. En efecto, en una maniobra inaudita con el fin de sorprender y desorientar al adversario, adelantamos el acto cuatro días. Además lo haremos en la iglesia de Chen, por si quedaba alguien a quien despistar, humano o divino. El resto sigue igual: legalización en el juzgado, viaje a Japón, celebración en agosto... Y que no cunda el pánico: habrá fotos.
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