9.7.07

faraón por un día

Acabo de volver del hospital, adonde fui con Chen esta mañana para que una joven y competente doctora me analizara o revisara el pingarrón, hasta entonces oculto bajo el vendaje. Al parecer todo va bien, sólo hace falta esperar las seis semanas que tardarán en soldar plenamente los huesos rotos de la nariz, aparte de pasar por el ambulatorio dentro de una semana para que me quiten los puntos (y eso que no tengo carné de conducir). Chen y yo nos hemos quedado flipados porque, tras retirar los tapones de algodón de las narinas que yo había ido reponiendo varias veces al día desde el viernes, la doctora me sacado de las fosas nasales unas tiras larguísimas de gasa, como si me estuviera desembalsamando.

Sólo faltó que contuviesen conjuros u oráculos escritos en jeroglíficos egipcios, y que la sala del hospital estuviera provista de canopos o canopes, los vasos que en el Antiguo Egipto contenían las vísceras de los cadáveres momificados, y cuyas tapas solían representar una cabeza de chacal, de halcón, hipopótamo o cocodrilo. La función de las gasas era fijar el tabique nasal desde dentro, como una escayola interna, para que soldara mejor. Pero confieso que no me habría importado ser faraón (es decir, dios e inmortal), por ejemplo el desconocido Tuntematón II, de la antepenúltima dinastía.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me imagino que ya les habrás dicho a Felip y a Paco que, del mismo modo que no se telefonea a alguien a las tres de la madrugada hora local del receptor, tampoco se hace entre 2 y 5 (incluso es arriesgado hasta las 6) de la tarde, y menos aún si es español, o está en España, o de vacaciones. Estoy segura de que serán chicos listos y nunca van a volver a cometer el mismo error.
Me alegra saber que estás mejor y comprobar la calidad de tu sentido del humor una vez más.
Menchu