14.11.10

lecturas para el Nilo

Animado por una recomendación en forma de crítica mordaz por parte del hombre de teatro, del gran payaso Leo Bassi...



... en su memorable obra Utopía, que se pudo ver en el teatro Alfil de Madrid, ...



... hace meses adquirí en una librería de segunda mano la obra en la que, ahora que el gobierno del PSOE de Zapatero ha renunciado a prácticamente todo lo que pudiera quedar de izquierdas en su confuso discurso para sumarse a la gran religión de nuestros tiempos (el libre mercado), y mientras el PP de Rajoy también parece evitar pronunciarse con claridad sobre cualquier tema; la obra, digo, en la que esperaba encontrar la ideología latente en el PP y que aflorará una vez que este partido llegue al poder, como inevitablemente ocurrirá dentro de un par de años, y que se manifiesta de vez en cuando en ramalazos o ataques de espontaneidad que escapan al control mental de los dirigentes del PP:



Sí, esperaba una suerte de Aznar en tiempos revueltos que me permitiera vislumbrar lo que nos espera del 2012 al 2016 ó 2020. Por desgracia, me ha defraudado: se trata de un texto flojo, anodino, descafeinado, un bodrio doblemente falso (no existe el joven Santiago a quien van dirigidas las cartas, cartas que por otra parte seguramente tampoco escribió el propio Aznar), torpemente tramposo, que no contentará a los derechistas de tomo y lomo ni a los izquierdistas recalcitrantes. Empecé a leerlo en el avión de Madrid a Luxor, lo terminé antes de aterrizar y he terminado depositándolo (en todos los sentidos de la palabra) en la biblioteca de los trabajadores del lugar donde paso las mañanas de lunes a viernes.

Por suerte llevaba conmigo lecturas más nutritivas, tanto la guía de viajes y una obra sobre la religión y los templos de los antiguos egipcios como un libro de relatos sobre la vida de los egipcios de su tiempo escrito originalmente en esperanto antes de 1934 por el inglés Leonard Noel Mansell Newell (1902-1968), editado en 1938 y reeditado en 1983:



Lectura muy adecuada como puente entre el Egipto faraónico y el gran Cairo de la actualidad.

el egipcio al alcance de todos

Después de más de 20 años sin tocar ni oler el árabe, hace unos meses, y con vistas al viaje, empecé a recibir clases particulares de árabe egipcio. Han resultado muy útiles (¡gracias, Ahmad!), hasta el punto de que en Egipto aprovechaba la menor ocasión para intercambiar unas frases en árabe (casi siempre las mismas, eso sí) con el primero que se me ponía a tiro, ya fuera un vendedor, un policía uniformado u otro de presunto paisano (un armario de casi dos metros detenido en una esquina y vestido como para un anuncio de Emidio Tucci no es que pase precisamente desapercibido). Los taxistas en particular te miraban distinto cuando les decías en su idioma adónde querías ir y cuántas personas, y cuando les preguntabas el precio; de hecho, dada la longitud y duración de nuestros trayectos en taxi en El Cairo, debidas tanto a que nuestro hotel se encontraba cerca del aeropuerto como a que nos tragamos algún que otro atasco (zahma!), los taxistas fueron mis más fieles interlocutores. En un lugar me preguntaron si era griego; en el zoco de Jan el-Jalili un vendedor me saludó (o más bien me despidió) en hebreo, y tuve que aclararle que no era israelí sino español; y en las visitas a las mezquitas, más de uno, tras saber de dónde veníamos, me preguntó si yo era musulmán, a lo que le respondí que no, que cristiano, para evitar complicaciones. Naturalmente, también utilicé mis reducidos conocimientos de árabe egipcio para pedir lo que queríamos consumir en cafés y restaurantes. Llevaba siempre encima, en un bolsillo lateral del pantalón, un libro de frases de árabe para viajar a Egipto convenientemente anotado con lo aprendido en las clases particulares:




Luego, con las prisas, escribía la lista de platos transcrita al alfabeto latino:



Lástima no tener una imagen de la carta sólo en árabe, pero en su lugar valga este tíquet:


... que, por cierto, se corresponde con un interesante malentendido lingüístico. Después de haber comido diferentes entrantes (salatat) y platos de arroz y de carne, esperábamos otro plato típico, fatta, acompañado de moza. El diccionario de bolsillo (iba en otro bolsillo del pantalón) me decía que moz, moza es plátano... Cual no sería nuestra sorpresa cuando los 3 platos de fatta llegaron acompañados de 3 piernas, patas o muslos de cordero... Pero estaba todo muy rico y al final no sobró tanta comida...

12.11.10

Esas bombas nucleares están cogiendo polvo

La siguiente canción de Mamá Ladilla, a partir del minuto 5:46, me cautiva con la fuerza de un buen poema:


http://www.youtube.com/watch?v=mtAnnrWVbSU


9.11.10

Egipto 4

Por último, cinco imágenes de El Cairo.


Con Maria, a la entrada del café La Libertad, sitio perfecto para descansar de la ardua tarea de hacer turismo tomándose una o dos cervecitas (gracias, Silvia).


Chen y dos figuras negras, una quieta (¿la diosa egipcia Bastet?) y otra en movimiento.


Vista de la ciudad al atardecer desde el alminar de la mezquita de Al-Azhar.


La Ciudadela de Saladino, desde el peculiar alminar con forma de zigurat de la mezquita de Ibn Tulun (gracias, Javier).


El propio patio de esta última mezquita.

Todo lo demás (el tráfico de El Cairo; la comida egipcia; lo que para nosotros tienen en común el Egipto faraónico y el islámico; etc) os lo cuento mejor en persona.

Egipto 3

Las pirámides...


... de lejos, ...


... de cerca ...


... y en compañía de la Esfinge.

Egipto 2


El poeta persa Omar Jayyam, quizás mi escritor y pensador preferido, también nos acompañó a lo largo del Nilo, en la forma de un estupendo tinto egipcio.


El barco tenía un amago o conato de biblioteca (no es que se me hubiera escapado el camello o el burro, sino que me hicieron la foto mientras bailaba).


Aquí me pillaron buscando alguna palabra en el diccionario de árabe, idioma que no había vuelto a tocar desde que me licencié en filología árabe hace más de 20 años. Nunca se sabe cuándo algo podrá sernos útil...


Como turistas modélicos, nos animamos a montar en camello en una de las presuntas aldeas nubias al sur de la isla Elefantina, en Asuán.


Los templos faraónicos son libros (o bibliotecas) escritos en un idioma y un lenguaje que ya no podemos leer sin mediación de expertos o intérpretes. A pocos pasos de ellos, en cambio, nos espera el Egipto de hoy en día, el mundo actual.

Egipto 1

Mi hermana Beatriz, que desde muy joven había deseado visitar Egipto, nos convenció a Chen y a mí para viajar a ese país en compañía de ella y de mi cuñado Llorenç así como de una pareja de amigos, Maria y Matias. Al igual que Japón, adonde viajé por vez primera en 2005, Egipto era para mí un viaje pendiente, no sólo por la fascinación que en otro tiempo sentía por la cultura del Egipto antiguo (el de los faraones y las pirámides), fascinación compartida por tantísimas personas fuera del mundo araboislámico y que, en lo que a mí respecta, se ha mantenido latente hasta la actualidad, sino también por el deseo de conocer el otro Egipto, el actual, de más de 80 millones de habitantes, 20 de los cuales habitan su idiosincrásicamente caótica capital. En contra de mi habitual modo de viajar, en esta ocasión contratamos el paquete de una agencia, con vuelo directo de Madrid a Luxor, crucero de 4 días por el Nilo hacia el sur (es decir, contracorriente) visitando diversos templos, vuelo de Asuán a El Cairo, y tres días en esta ciudad para terminar una semana de excursiones, aglomeraciones, madrugones y sorpresas, intensa.


Chen, en la cubierta del barco.


Ante el templo de Edfu.


Los barcos que atracan frente al templo de Kom Ombo (si el barco es de los últimos en llegar a puerto, para salir a tierra firme uno tiene que cruzar todos los que hayan atracado antes).


Jeroglíficos para todos los gustos.


Ante uno de los dos templos de Abu Simbel, adonde hicimos una excursión en autocar desde Asuán que nos obligó a madrugar rozando los límites de la tortura, si bien he de reconocer que guardo un buen recuerdo del trayecto a través del desierto.

1.11.10