El poeta persa Omar Jayyam, quizás mi escritor y pensador preferido, también nos acompañó a lo largo del Nilo, en la forma de un estupendo tinto egipcio.
El barco tenía un amago o conato de biblioteca (no es que se me hubiera escapado el camello o el burro, sino que me hicieron la foto mientras bailaba).
Aquí me pillaron buscando alguna palabra en el diccionario de árabe, idioma que no había vuelto a tocar desde que me licencié en filología árabe hace más de 20 años. Nunca se sabe cuándo algo podrá sernos útil...
Como turistas modélicos, nos animamos a montar en camello en una de las presuntas aldeas nubias al sur de la isla Elefantina, en Asuán.
Los templos faraónicos son libros (o bibliotecas) escritos en un idioma y un lenguaje que ya no podemos leer sin mediación de expertos o intérpretes. A pocos pasos de ellos, en cambio, nos espera el Egipto de hoy en día, el mundo actual.
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