13.4.10

el sistema




Si algo he sacado en claro de recientes lecturas de índole política es que el sistema en que vivimos no se llama "democracia parlamentaria" ni "estado de derecho" sino "sistema capitalista", por lo demás extendido a las práctica totalidad de nuestro mundo y, por tanto, del planeta. La diferencia con otras variantes del capitalismo de hoy en día, como por ejemplo el "comunismo chino" o la "democracia iraní", es que aquí tenemos bastante libertad de información y de expresión. Uno puede buscar información sobre casi cualquier tema (la dificultad estriba en encontrarla, en que sea de fiar o, simplemente, en saber de su existencia), algo que no ocurre en China o (creo entender) en Arabia Saudí; claro que hay temas de los que nunca se habla, como por ejemplo del porraimos u "holocausto gitano". Uno también puede decir (casi) lo que se le antoje (siempre que no se meta demasiado con el rey, el papa y similares individuos), aunque decirlo normalmente no sirva para nada. Hay otras diferencias, como que los gueis y las lesbianas aquí puedan casarse o besarse (en algunas calles de unas pocas ciudades), lo que no deja de suponer un avance.

Ahora bien, lo cierto es que nada de lo que se diga o se haga puede cambiar el sistema. Somos libres de votar cada 4 años a partidos que, cuando lleguen al poder, por muy "de izquierdas" que se proclamen, jamás podrán hacer una política de izquierdas (salvo en la superficie) ni política alguna que pretenda cambiar de verdad el sistema, es decir, este mundo regido ciegamente por el capitalismo. En ésas estamos.

2 comentarios:

Andrés dijo...

Pues como decía un anuncio de detergente en la tele hace muchos años: "busque, compare, y si encuentra algo mejor, cómprelo".

Iohannesmaurus dijo...

Coincido plenamente con tus conclusiones, con un importante matiz, sin embargo. No creo que ningún régimen político, ni siquiera el capitalismo entendido como régimen de dominación, puede ser absoluto. Con ello no estoy diciendo que no lo deba ser por obvios mótivos morales, sino que no lo puede ser por motivos físicos. Se desprende claramente del pensamiento político de Spinoza (como del de Maquiavelo y Marx) que no hay poder sin resistencia, mejor aún que no hay poder que no se ejerza sobre fuerzas de resistencia previas, sobre una libertad previa. Naturalmente, el grado de opresión y coacción de esas fuerzas puede ser extremo cuando el poder se vale de una fuerza física arrolladora (China) o del control de los individuos mediante la utilización de sus propios deseos, impulsándolos incluso a desear sin freno (es la ley de Say conforme a la cual la oferta genera la demanda, y que puede considerarse como la ley fundamental de nuestras sociedades liberales). Sin embargo, incluso en China hay movimientos sociales de resistencia, hay huelgas y conflictos y aquí mismo emerge dificultosa pero muy efectivamente una forma de subjetividad social difusa que no corresponde ya a la vieja clase obrera sino a formas de trabajo precario (trabajadores inmigrantes e indígenas pseudoautónomosy con formas de contractualidad irregular, trabajo inmaterial afectivo o intelectual etc.). Este nuevo proletariado existe, igual que existe su -feroz- explotación, pero no ha encontrado aún formas de acción que correspondan a una masa crítica suficiente (como fueron los sindicatos, la huelga etc. para la antigua clase obrera industrial). Creo que no hay que sucumbir al mito generado por el poder capitalista de que existe una sociedad compacta y consensual a cuyo orden interno sólo se oponen el fanatismo y el terrorismo. El capitalismo en sus formas liberales no es la última palabra de la humanidad (si lo es es porque habrán logrado destruirla físicamente): existe un horizonte de libertad y de ilustración más allá del mercado y del gobierno representativo (es decir del que actúa en nombre de la población y abole la ciudadanía efectiva).

En cuanto al comentario de Andrés, me permito una observación: hay cosas que no se compran porque ni están ni pueden estar en el mercado como son la libertad y la posibilidad de constituir una sociedad decente. Eso nadie te lo va a ofertar: si lo quiers lo tienes que hacer tú con los demás. La comparación con otras variantes del Estado capitalista denominadas "socialismo" no justifica al capitalismo. Es como si se me inviatara a elegir entre el socialismo chino y el de Corea del Norte: ambos son un espanto.

Juan Domingo