En febrero de 2007, hace ya tres años, Chen y yo estuvimos unos días en Barcelona con el objetivo o pretexto de comer calçots. Hace poco surgió de nuevo el tema en una conversación de sobremesa, de modo que nos animamos a repetir la experiencia, es decir, a pasar un fin de semana en Barcelona en compañía de viejos amigos. Mas hete aquí que, hablando por teléfono con otros amigos barceloneses, nos invitaron a acompañarlos la mañana del sábado a Sitges, ciudad que yo había visitado de pequeño pero de la cual no recordaba absolutamente nada. De Sitges, antes que vagos recuerdos, tenía tan sólo el falso prejuicio de que sería la típica localidad turística benidormecida (toma topicazo). Pues no; por el contrario, conserva un pequeño casco antiguo en el que resulta muy agradable darse un paseo viendo el mar antes de tomarse un vermutito con la tapa correspondiente en un bar muy acogedor al que nos llevaron estos amigos.
De vuelta a Barcelona, ayer domingo Chen y yo volvimos al mismo lugar donde practicar ese deporte de riesgo que tanto nos gusta, el de calçonautas, para lo que se requiere un atuendo especial proporcionado por el propio restaurante:
De vuelta a Barcelona, ayer domingo Chen y yo volvimos al mismo lugar donde practicar ese deporte de riesgo que tanto nos gusta, el de calçonautas, para lo que se requiere un atuendo especial proporcionado por el propio restaurante:
¿Estaban ricos los calçots? Una imagen vale más que mil palabras...
1 comentario:
La salsa, la salsa romesco es la que está rica.
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