Siempre hay algo que celebrar. Cualquier pretexto es bueno. Si no hay que inventárselo, mejor. Si se dispone de una fiesta estupenda, como el Año Nuevo Chino (¡hola, tigres y tigresas del mundo!), ¿qué más se puede pedir? Y por si eso no bastara, son tres mozas taiwanesas (Avis, Hsiao Lu y Chen) las que se encargan de revisar con suma atención la carta para elegir los mejores platos...
Así que aquí nos tenéis (Alex, Julio y yo junto a las tres formosianas recién mencionadas), hace ya más de un mes, en torno a la mesa coronada por la olla o caldero donde se va preparando el tradicional cocido chino.
¡Pero una fiesta como esta da para mucho más! Hay que seguir celebrándolo, esta vez con Lin y Cristóbal, en un restaurante vegetariano de camareros tardonamente apresurados y meteprisas al que probablemente no regresemos nunca.
Momento mojito con Cristóbal (el cazador cazado):
Días más tarde, cuando el tigre del 2010 ha dado ya las primeras docenas de sigilosos pasos, volvemos a celebrar esto mismo o cualquier otra cosa (tanto da) con otros buenos amigos, Charlotte, Miguel y familia, en un restaurante de fusión asiático-americana cercano a Tribunal.
Lo dicho: siempre hay algo que celebrar...