Nuestro padre
Mi padre ha muerto y está siempre a mi lado.
Jorge Luis Borges
Nuestro padre ha muerto y está siempre a nuestro lado. Nuestro padre siempre estaba al lado, incluso durante sus ausencias, frecuentes y prolongadas. Y nosotros, los pequeños, ¡cuántas cosas le pedíamos una y otra vez, seguros de que nos lo traería todo! Como si del modo más natural tuviera a su disposición todos los remedios, soluciones y respuestas. Nuestro padre siempre se encontraba bien, o al menos eso nos parecía. Y ahora, cuantos más años pasan desde que murió, empezamos a comprender, a vislumbrar lo que siempre fue evidente. Y nuestro padre se va haciendo cada vez más humano, más igual a nosotros y casi de nuestra edad. Un hombre normal, con problemas y dilemas; con aficiones, secretos, goces. Los antiguos romanos, los japoneses y los chinos modernos convierten a sus difuntos en cálidos dioses del hogar; yo también veo a mi padre, al principio o al final de cada noche, en la foto del improvisado altarcillo que tengo en el dormitorio. Pese a la niebla, pese a la distancia, nos seguimos dirigiendo a nuestro padre para pedirle consejo o para enseñarle algo, o quizás para continuar la conversación inacabada e inacabable, el diálogo en cadena asumido sin darnos cuenta y que continuaremos en silencio. Nuestro padre, nuestra madre han muerto y están siempre a nuestro lado.
3 comentarios:
Así de simple, pero así de emotivo.
Gracias por recordarme cuánto tengo que gozar de la compañia de mis padres antes de que me falten.
Pronto hará 14 desde que se murió mi padre y desde entonces mantengo con él en sueños los diálogos que nunca tuvimos. Éramos dos hombres y nuestras relaciones rezumaban silencios.
Es algo tan de sentido común, que sorprende que no lo tenga claro todo el mundo (a mí me ha llevado bastantes años descubrirlo).
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