13.8.08

obligaciones

Hace una semana que no escribo nada. Hoy me limito a reproducir un texto cuya lectura me ha impactado. Se trata de Obligaciones, de Boris Pintar (escritor que no conozco y al que supongo esloveno), y lo copio del blog Se me ocurre..., de mi amiga Susana, que a su vez lo ha tomado de la revista literaria de Alex Lootz. Para ilustrar esta entrada escojo un cuadro del pintor suizo Ferdinand Hodler (1853-1918), acerca del cual acabo de leer la novela de Spomenka Ŝtimec Hodler en Mostar (escrita en esperanto; el título no cambia al traducirlo al castellano).


Obligaciones

Las mujeres cumplen con su obligación hasta la muerte, los hombres después. Las mujeres visitan al que agoniza, sacrifican sus fines de semana, lo cual a los hombres les parece inútil, ya que el que agoniza delira o finge delirar para largar todo aquello que no pudo o no era oportuno decir en vida. Entre los hombres esto es ya un motivo suficiente para no tener que sostener su mano, que repite constantemente los mismos movimientos. Las mujeres les alimentan y les dan sorbos de agua, les proporcionan los medicamentos a la hora debida, les cambian, les lavan, les untan los bálsamos para aliviar las llagas del decúbito, les cambian de posición, les cambian las sábanas, ventilan la habitación y hablan con ellos, como si fueran conscientes de todo y como si todos sus delirios tuvieran sentido. Los hombres reparten su sabiduría sobre la vida y la muerte en las comidas con los familiares pero no atraviesan el umbral de donde está muriendo su propia madre. Esperan a la muerte para valerse como óptimos organizadores, se ocupan de todos los detalles y ceremoniales del entierro: las flores, las coronas, las cortinas, las luces, las velas, la preparación del cadáver, el ataúd, el aguardiente, los embutidos, las galletas, y todas estas cosas que ofrecen las pompas fúnebres. Las mujeres se hunden en la desesperación y los hombres se ocupan de recibir y de conversar con los que les dan el pésame, cuyo número da una idea de la reputación que tenía el fallecido y la de sus descendientes, quienes soportan la pérdida con valentía.


Ferdinand Hodler
La agonía de Valentine Godé-Darel, 24 de enero de 1915.

(Kunstmuseum, Basilea)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es muy bueno el artículo sobre las obligaciones y no se equivoca en nada, lo he asociado con vivencias tanto de funerales como de personas enfermas y parece que el rol que tenemos asociado los hombres y las mujeres ya viene determinado y que poco tiene que ver con la educación ; cada uno desempeña un papel y no se plantea el que desempeña el otro.

Anónimo dijo...

La búsqueda de la verdad puede hacer del realismo pura poesía, así las cosas debería alegrarnos que cuestionen nuestra hombría y empezar a crear un hombre menos cobarde y huidizo.

Anónimo dijo...

La búsqueda de la verdad puede hacer del realismo pura poesía, así las cosas debería alegrarnos que cuestionen nuestra hombría y empezar a crear un hombre menos cobarde y huidizo.