De modo que, el próximo domingo 18, será el día de Año Nuevo chino, y nosotros nos encontraremos en Sevilla celebrándolo con un buen número de estudiantes taiwaneses y de parejas hispanotaiwanesas residentes en diversos lugares de España, con las que brindaremos por un Feliz Año del Cerdo, que esperamos que sea menos perruno y más porcino.
Esperemos también que el año que acaba no se vaya dando por culo, como lo hizo el 2007 con el atentado de Barajas. Imagino más grato pensar que el salto de un año a otro se produce en la interficie entre dos morros que en los fogosos parajes de la primera foto que ilustra esta entrada.
Ya se sabe que el perro es el mejor amigo del hombre (y que su ladrar imita el habla humana), pero el marrano (junto con el chimpancé o el bonobo) es probablemente el animal que más se nos parece, en su aspecto físico y en sus costumbres. No es un animal sucio de por sí, sino por las condiciones en que los criamos, y si gusta de revolcarse en el barro, que no en la mierda o la porquería, es por la misma razón que lo hacen los elefantes e hipopótamos, para refrescarse.
Respecto a su olfato, inteligencia, etc, están a la altura de las del perro, si no incluso por encima. Bastaría con que los adiestráramos de manera semejante para que hubiera cerdos lazarillo, gorrinos husmeadores o puercos policía.
Y con esto se me acaba el rollo, pues prefiero no entrar en las virtudes del cerdo salvaje, silvestre o de montaña, es decir, el jabalí, quizás uno de los animales más felices y afortunados sobre la faz de la tierra, siempre y cuando no se cruce con un lobo o con un señorito con la escopeta al hombro.
Recordad la fecha el próximo fin de semana, celebradlo como se merece (unas tapitas de chorizo, jamón, lomo o morcilla no vendrían nada mal) y preparaos para un nuevo año con menos pelos y dientes, que ojalá sea generoso y magnánimo con todos nosotros.
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