Mostrando entradas con la etiqueta Taiji. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Taiji. Mostrar todas las entradas

16.4.12

Motivos de júbilo

¡Oh, dioses, protegednos de los gorilas,
de los chimpancés y los bonobos,
de los orangutanes,
que nos privan de nuestro hábitat,
que nos condenan a malvivir en ciudades inhabitables!

¡Larga vida, oh, al viejo rey de España
que caza (es decir, asesina por placer) elefantes,
los únicos animales, como nosotros los humanos,
capaces de mostrar duelo por un muerto de su misma especie!

¡Bienvenidos a Taiji,
localidad portuaria japonesa
donde cada año se capturan a escondidas jóvenes delfines hembra
para venderlas como esclavas a engañosos delfinarios con jaulas de agua
(no confundir con una sonrisa la curvatura fija de sus bocas)
mientras que a los delfines inservibles simplemente se los mata en masa!

¡Hurra!
¡Hosana!
¡Aleluya!







Fotos: 1 - 2 - 3

Lee aquí el mismo poema en esperanto

17.6.10

matanza de delfines en Taiji, Japón

Al entrar en una sala de cine abandona uno los trajines y ajetreos de la vida urbana para sumergirse en un espacio más allá del tiempo y las dimensiones habituales, como un templo. Ver un vídeo o un DVD en casa no es comparable a la experiencia de contemplar una película en la oscuridad del cine, solo ante la pantalla, dejándote llevar (perdón por la sarta de topicazos).



Es lo que he hecho esta media tarde, dejarme arrastrar al interior de los cines Verdi para ver el documental The Cove (la cala, o caleta), sobre la matanza de miles de delfines que, cada mes de septiembre, comienza en la aldea pesquera de Taiji, Wakayama, Japón. Masacre cuyo principal objetivo no es la carne de delfín (que, por otra parte, contiene demasiado mercurio), que también, sino la lucrativa venta de delfines a acuarios de todo el mundo donde malvivirán en cautividad, en cautiverio. Sólo os diré que la película muestra el difícil proceso, los diversos intentos de sortear todo tipo de obstáculos para rodar imágenes de una matanza que los habitantes de Taiji pretenden mantener en secreto, hasta el punto de que muchos japoneses de otros lugares desconocen que tenga lugar.



Os recomiendo ver este documental antes de que lo quiten, porque no tiene desperdicio. Desde las imágenes de los delfines nadando en libertad, la explicación de por qué han sido condenados a crueles espectáculos circenses, así como las acciones y palabras de personajes no sólo deleznables (como algunos japoneses que, desde sus puestos de trabajo de mayor o menor categoría, se empeñan en ejecutar, ocultar o justificar esa salvajada) sino también admirables, como el principal protagonista humano de la película, Ric O'Barry, capaz de asumir (es decir, reconocer e intentar reparar) errores cometidos hace varias décadas, el director Louie Psihoyos y el equipo de activistas que los acompañan (como bien dice uno de ellos, sólo se puede ser activista o inactivista).

Os dejo con un par de enlaces así como una canción del genial David Bowie o una extraña selección de música vagamente relacionada con el tema de esta entrada.





Ah, sí: no dejéis de ver las últimas imágenes, después de los créditos.