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7.2.12

errores y nombres / eraroj kaj nomoj



¡orín! / hispane "urino" (aŭ "rusto")



¡empresa de seguridad "chingan"! / sekureca firmao (hispane i.a.: "ili fikas")



un clásico en Taiwán / klasikaĵo en Tajvano (pli malpli samprononca kiel "polla" = kaco)



encuéntrese el error (no en chino) / trovu la eraron (ne en la ĉina)



¡mi favorito! / mia preferata!

artistas y amigos / artistoj kaj amikoj

Con Kiki, ante un cocido chino picante con un tinto de Rioja...

Kun Kiki, antaŭ pikanta ĉina bolpoto kun ruĝa vin' el Rioja...



... con Cristóbal (el cazador cazado)...

... kun Cristóbal (la ĉasisto ĉasata)...




... o en casa de Julio en Macao.

... aŭ ĉe Julio en Makao.



PD Pido disculpas por las fechas sobreimpresas y (en esta y otras entradas) por ponerme la sudadera de la selección española (sólo lo hago en el extranjero) ;-)

PS Mi pardonpetas pro la surpresitaj datoj kaj (en tiu ĉi kaj aliaj blogaĵoj) ĉar mi vestis min per la sportjako de la hispana futbalteamo (mi faras tion nur eksterlande) ;-)

mi rincón en Pingtung / mia momentejo en Pintongo



"Mi templo" esta cerrado por reparaciones hasta marzo...

"Mian templon" oni fermis por riparoj ĝis marto...



... pero el árbol de la plaza sigue en pie, como de costumbre.

... sed la samplaca arbo staras plu, kiel kutime.

27.10.10

Taiwán en octubre 3

Templo y motos



Lluvia en Pingtung

26.10.10

Taiwán en octubre 1

Hemos pasado las dos primeras semanas de octubre entre Taiwán y Hong Kong. Sirvan como recuerdo unas pocas imágenes apenas comentadas:

La mejor hamburgesa de pollo del mundo la hacen en Pingtung, enfrente del instituto de formación profesional en el que Chen daba clases. Yo la pido sin huevo frito, por aquéllo del colesterol.

17.8.07

Taiwán en Madrid

Si queréis ver un tifón en acción justo encima de Taiwán, no tenéis más que hacer clic con el ratón en el enlace llamado meteofilm Taiwán a la derecha de esta columna [un día después de escribir esas líneas, el sábado 18, el tifón Sepat ya se dirige hacia China]. (Observad también que he añadido una nueva columna con etiquetas temáticas). Ayer a mediodía, en el breve espacio No comment (Sin comentarios) que precede al pronóstico meteorológico y a las noticias en Euronews, emitieron imágenes de Pingtung inundada, aunque se trataba más bien de terrenos llanos en el condado o distrito de igual nombre que de la propia ciudad. La verdad es que algunas imágenes, de cutres que eran, resultaban deprimentes como tarjeta de presentación para gentes que nunca hayan estado allí. Pero así es la tele y así es la vida, amigos.

El mismo día, es decir ayer, Chen y yo recibimos invitaciones para ir a ver a un grupo de danza taiwanés en el Cuartel del Conde Duque. Se trata, en efecto, de la compañía Legend Lin Dance Theater, de Taiwán (y no de China como indican algunas páginas web españolas relativas al ocio y el espectáculo). Presentan del 16 al 19 de agosto su obra Miroirs de Vie (Espejos de vida), con duración de 1 hora y 40 minutos sin intermedio. Empezaba a las diez de la noche, y ninguno de los dos sabíamos lo que nos íbamos a encontrar salvo lo leído en el cuadernillo que repartían a la entrada. He de decir que, excepto por la incomodidad de los asientos (a pesar de que estábamos muy bien situados), más propios de la estación de Chamartín o de una parada de autobús interurbano, y pese a que tuvimos algo de frío debido a este inusualmente fresco agosto madrileño, pues bien, disfrutamos mucho del espectáculo.

Si tenéis ocasión de verlo en las dos noches que quedan, adelante (claro que a nosotros nos salió gratis y no tuvimos que pagar entre 20 y 30 euretes por barba). Ahora bien, no esperéis encontrar lo que normalmente se entiende por danza, ni mucho menos una demostración de destreza pernil como la de algunos bailaores flamencos o los irlandeses de Riverdance (esa pesadilla); Espejos de vida comparte con la danza la utilización del cuerpo humano semidesnudo como materia para el arte, para la expresión plástica. Los movimientos de las personas que ocupan el escenario, sin embargo, son lentos, extremadamente lentos, como a cámara lenta, durante casi la totalidad de la representación. No hay, pues, apenas interrupciones. Imperceptiblemente van cambiando las constelaciones formadas por esas figuras humanas y, por tanto, también las situaciones que representan. De pronto nos damos cuenta de que tal cuerpo se ha desplazado o ha cambiado de postura, sin que hayamos sido conscientes de un movimiento que, sin prisa alguna, se desarrollaba delante del público espectador. Sólo en el último tercio asistimos a algo semejante a lo que aquí se entiende por danza, ejecutada por hombres (¿bailarines?) fornidos, musculosos, que parecen encarnar un Taiwán aborigen frente a la femenina y sensual Formosa de cultura china.

Tampoco creo que se trate exactamente de teatro. Para empezar, no hay verdaderos personajes, ni acción (entendida como actuación, en lugar de narración, de una historia), ni diálogos. El propio espacio del escenario, negro y sombrío, me hacía pensar en un templo. Más bien se trata de una escenificación de diversos ritos taoístas (no del taoísmo como filosofía sino como religión tradicional, con su panteón equivalente a nuestro santoral, su folklore y procesiones). Podríamos compararlo, más que con las procesiones de Semana Santa en muchos lugares de España, con el hecho de que un artista cante, sobre el escenario, una saeta: la versión artística de algo más profundo, una expresión o manifestación de espiritualidad.

Me pregunto si todos los espectadores llegaron a impresiones y conclusiones semejantes. Sillas aparte, emocionalmente hablando no me sentí incómodo en ningún momento. Reconozco que algunos episodios me recordaban ceremonias concretas a las que había asistido en Taiwán, como el festival de los fantasmas en que se echan al cauce de los ríos pequeñas barquitas con una vela encendida en cada una de ellas; o los rituales funerarios en que se quema dinero falso como ofrenda para los dioses o para los que ya se encuentran en el mundo de ultratumba. Tal vez por ello pensé en un determinado momento que no bastaba con ver la obra, sino que también, y al mismo tiempo, había que leerla.

11.6.07

felices sueños

Es nuestro último día en Pingtung. Mañana regresamos a Madrid, en un largo, larguísimo día de treintaytantas horas (debido a que volamos desde oriente hacia occidente), de las cuales unas 20 las pasaremos metidos en los aviones de los 3 vuelos: Kaohsiung-Hongkong, H-Fráncfort, F-Madrid.

Con esto terminan cuatro semanas, casi un mes, sin teléfono móvil (eso yo, porque Chen sí lleva el suyo aquí en Formosa, claro), con acceso a internet cada dos o tres días (lo reconozco, estoy enganchado), con una escapada de varios días a Kenting... Ahora que lo pienso, como ya casi no escribo y me limito a colgar en el blog fotos de viajes, comidas (raras), amigos y cosas (también raras) que nos suceden, probablemente os dará la impresión de que nuestra vida es una fiesta continua. Como es natural, nosotros también tenemos nuestros problemetes y problemillas, incluso en estas tierras tropicales. La vida, vivir, es relacionarse: con la familia, colegas, vecinos, amigos; con la pareja o con uno mismo. Las relaciones no siempre son fluidas o ligeras, en fin, nada que no sepáis ninguno por vuestra propia experiencia; por eso me ahorro ese tipo de historias en el blog, para no aburrirnos.

Si vais al blog, veréis que he añadido etiquetas o "tags" a casi todas las entradas. Eso significa que debajo de cada entrada o artículo encontraréis una serie de palabras clave, como "viaje", "templo", "comida" o "poesía". Pulsando o haciendo clic en una de ellas obtendréis todas las demás entradas que comparten esa misma etiqueta. Por cierto, si alguien sabe como añadir en la columna de la derecha de Blogspot, debajo de Enlaces, Anteriores y Archivos, una nueva rúbrica para esas Etiquetas, decidme cómo se hace.

Tengo fotos de los últimos días que no puedo subir porque el ordenador desde el que os escribo, en la escuela de Chen, no acepta el USB. No importa; otro día, con más tranquilidad, iré poniendo más fotos. De hecho, tengo la intención de irlo haciendo también con las entradas más antiguas, de cuando aún no teníamos cámara digital.

Bueno, os dejo seguir durmiendo (son las cuatro y pico de la madrugada allá en Hispania).

Felices sueños. Nos vemos pronto. Besos y abrazos,

Jorge y Chen

24.5.07

otras cuatro fotos variadas

Seguimos con el reportaje:

De nuevo la escritura china, los abigarrados carteles multricolores en una calle cualquiera de una ciudad de medianas dimensiones, una tarde de lluvia...


Otra calle, una tarde soleada y calurosa... Y las motos, claro.


Esto es un regalito para Lourdes, un cartel en la facultad de la Universidad Wenzao donde tengo que dar un par de charlas sobre mi trabajo en la UE.

Aprovecho para poner la foto del candidato perfecto para las elecciones municipales del domingo:



Bueno, como la palabra WHITE indica, se trata de publicidad de cremas para blanquearse la piel, todo lo contrario que en la vieja Europa, California, Australia y otros purgatorios playeros.

23.5.07

tres fotos de Pingtung

Hola a todos desde Formosa,

Sabemos que os faltan noticias nuestras desde hace una semana larga (por cierto, me veo obligado a buscar palabras sin tilde), pero hoy por fin puedo enviaros algunas fotos con variados temas acerca de nuestra vida cotidiana en Pingtung.

La omnipresente escritura china en la pantalla de los telediarios.


Mi sopa favorita, de almejas con jengibre y cebolleta en un caldo casi tan transparente como el agua.

Nuestra amiga Kiki oficiando de peluquera en el local que, tras la reciente reforma, ha quedado perfecto.

En la siguiente entrada os presento otras cuatro o cinco fotos.

Por otra parte, a la derecha de estas entradas, en la columna de enlaces (o links) se encuentran dos acerca del tiempo que hace por estas y por aquellas tierras (los he llamado meteofilm).

19.12.05

de King Kong a Pintung (pasando por Hong Kong)

He llegado bien y ya he pasado la primera noche en Pingtung. Pensaba haberos escrito antes de emprender el viaje para hablaros de mis últimos dos días en Estrasburgo; de su mercado de navidad con pista de patinaje sobre hielo al lado de la catedral; de las tres trufas y tres bombones de chocolate negro, los dos vasos de zumo de naranja caliente (en lugar del vino caliente, ponche, grog o como queráis llamarlo) y los dos ibuprofenos que me tomé para disipar el dolor de cabeza producido por el pleno nocturno del Parlamento Europeo de la noche anterior; de las dos películas que fui a ver, "King Kong" (insoportable tostón sentimentaloide spielbergdisneyesco de más de 3h de duración, ambientado en decorados de una mala película de los años 30, con dinosanfermines infográficos incluidos; malísima, pese a lo que afirman las críticas leídas hasta el momento) y "El arco" (del coreano Kim Ki Duk, y que me recuerda menos a la excelente "Hierro 3" que a la anterior "Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera"; al igual que ésta, "El arco" se puede y se deja ver, pero le faltan la redondez y rotundidad de la obra maestra del mismo director). Pensaba haberos contado todo eso y mucho más, pero de pronto me vi haciendo maletas y, en seguida, entrando en pista para despegar...

Tengo "jet lag" (o cronofatiga) después del triple vuelo de un total de 18 horas de duración. Al contrario de lo que temía o imaginaba, el vuelo largo entre Francfort y Hong Kong (de 11 horas) no se me hizo nada pesado porque tuve la suerte de tener libre el asiento contiguo en una fila de dos, con lo que no hubo que molestar a nadie ni tampoco que ser importunado para ir al servicio etc durante la pseudonoche del avión.

En el avión pusieron "Charlie y la fábrica de chocolate"; lástima que no encargaran hacer "King Kong" precisamente a Tim Burton, que habría podido aportar algo de humor y mala leche en lugar de tanta baba y lagrimilla. Otra cosa, por si se me olvida: os recomiendo adquirir la novela histórica que viene este miércoles con "El País", "Los idus de marzo", de Thornton Wilder. Y con esto pasamos a Taiwán de una vez por todas.

Nada más llegar, y tras dormir una siestecita, fuimos a un pueblo en las afueras de Pingtung donde se celebraba la conclusión de la restauración de un templo. La familia de Yingchen, una amiga de Chen, al igual que otras familias de la localidad, ofrecía una cena a más de un centenar de personas (al menos 15 mesas con no menos de 8 comensales cada una) bajo una carpa montada en un callejón, casi como si fuera un banquete de bodas, con todo tipo de platos... No estaba nada mal como "desayuno tardío" de bienvenida al país. De postre, además de fruta, había una especie de iceburger o hamburguesa de helado; me decidí a probarla engatusado por el envoltorio, cuando en realidad se trataba de un corte de helado no cuadrado sino redondo, con galleta fina industrial similar a la de los helados de bola cuyo presupuesto no da para barquillo; en fin, menos de lo que prometía.

En la casa de esta familia había cierta decoración navideña como el árbol engalanado con luces y otros adornos, o los cartelitos de "Merry Christmas" con purpurina. Al parecer, cada año que pasa los taiwaneses, en su mayoría no cristianos, van celebrando un poco más la navidad, tal vez como los europeos el Halloween, arrastrados por el imparable tsunami del consumismo folcloricorreligioso. Después de cenar fuimos a comprar al Carrefour, donde, además de algunos villancicos en la machacona música de fondo, las cajeras estaban vestidas de Santa Claus o Papá Noel, pero con falda (también esta mañana en el 7Eleven); algo así como el papa Benemérito XVI (el mote no es mío) con tricornio o, como escribió Maruja Torres, "papacornio".

Ahora estoy en la escuela de Chen, con un despacho a mi disposición para escribir o para echarme otra siestecita mientras ella trabaja. Esta mañana ella la tenía libre, y, como nos hemos levantado tarde, casi no hemos tenido tiempo más que para ir a la desayunería de su tía (donde he pedido, cómo no, tortilla de albahaca) y, al cabo de un rato, a un restaurante para almorzar con dos colegas suyos (mi plato: filete de anguila a la plancha con salsa japonesa). Todo el mundo dice que me encuentra más delgado, y eso que no me vieron antes de los diez días pasados entre Cabo de Gata y Estrasburgo, en los que no me privé de casi nada.

Una vez más me sorprendo de lo rápido que me adapto a la nueva normalidad de la vida en Pingtung. Los días en Madrid me resultan ahora, de pronto, lejanos y vagos. Aquí, aunque refresca de noche y hay que ponerse algo de abrigo, de día (sobre todo al sol) se puede ir en camisa. Es el invierno (sub)tropical, con temperaturas que oscilan entre los 14 y los 25 grados, poca humedad en el aire (al menos si se compara con el verano) y algún mosquito despistado.

24.1.05

primeras noticias desde Pingtung

Llegué a Taiwán el viernes pasado tras 24 h de aviones y aeropuertos (7 horas en el de Hongkong te dejan peor que al Tom Hanks de "La terminal", la última película perpetrada por Spielberg). Lo bueno es que ya se me están pasando el "jet lag" y la mueca de yeti que te produce.

Del vuelo, lo más impresionante es la visión de la interminable llanura o meseta monatañosa del Tíbet, cubierta de nieve, hielo o escarcha. Interminable por no decir infinita, y quien lo dude que se agarre un atlas y la compare con las cordilleritas pirenaica o alpina, que tanto me cautivan en mis frecuentes vuelos a Bruselas y Estrasburgo.

Hemos pasado el fin de semana en Kenting, en el sur. Temperatura: unos 20 grados, con sol. He ido a la playa un par de veces, pero no nos hemos bañado. Ahora ya estoy en Pingtung. La sensación predominante es de absoluta normalidad. No me extraña nada: ni la gente, ni la comida, ni los letreros incomprensibles o ilegibles (bueno, algo sí que pillo, pero ya no me fijo en ellos), ni el endiablado idioma chino en su versión coloquial. Y hoy me acaba de cortar el pelo nuestra amiga Kiki.

Por cierto, el novio de Kiki (Andy) ha leído en internet algo escrito en chino por Jimmy, nuestro amigo cocinero, donde al parecer habla de mi hermana Beatriz como de una gran cocinera (vete preparando el libro de recetas, por si te piden que lo demuestres en Extremo Oriente). Quizás también la fama de Kiki como peluquera logre extenderse hasta los confines occidentales de Eurasia.

3.9.04

Tarzán en Taiwán

Parece que se me van acabando los temas sustanciosos. Hoy me limito a observaciones sueltas. El título hace referencia a esa peli de nuestra infancia, "Tarzán en Nueva York". No es que yo me sienta aquí igual de perdido que Johny Weissmuller en la gran ciudad, pero a veces, con esto del idioma y las costumbres, sí que me gustaría contar con Chita para que pudiera echarme una mano.

Pingtung: flora y fauna

Algunos días me da la impresión de encontrarme en otra balsa de piedra, como la descrita por Saramago. Y cuando llega el chaparrón de media tarde esto parece Macondo. Desde la ventana de mi habitación veo bloques de viviendas (parecidos a esos de ladrillo de las ciudades españolas) pero también edificaciones más pequeñas, como las típicas casas de comidas (o de bebidas). Veo también palmeras (cocoteras o de betel). Y en la calle, a pie o desde la bicicleta, me cruzo con chuchos callejeros, todos de tamaño mediano pero de diferente pelaje y color (nada de perros de raza, menos mal; lo único "de raza" que he visto ha sido una especie de caniche canijo, blanco, más feo que un bacalao). Gatos, parece que no hay en Pingtung. Por la mañana temprano lo primero que oigo son pájaros, no sé si vencejos o golondrinas. Ahora que lo pienso, algunos días, aunque no todos, me despierta el quiquiriquí de los gallos. Por la noche, cuando vuelvo a casa, me encuentro con bastantes murciélagos que sobrevuelan de uno a otro extremo el canal a lo largo del cual transcurre mi callejón (vuelan bajo, por debajo de las ramas de los árboles, y parecen mayores que en España o en la isla griega de Íos, quizás porque aquí los veo más de cerca).

Hace una semana, cuando caminábamos Chen y yo de noche al borde del canal, nos cruzamos con un señor ya mayor en bicicleta que, al pasar de largo, exclamó refiriéndose a mí: "Narizotas" (o sea, "guiri"). El hombre es bicho raro para el hombre.

También he visto, como en Íos o en Sant Joan (Mallorca), pero no en Madrid, salamanquesas (no sé si también se llaman geckos o guecos), con la diferencia de que aquí una de ellas se aventura dentro de mi habitación. Como no me molesta, la dejo estar, a ver si se zampa algún bichito. Por su vida silenciosa y el contraste con sus movimientos predatorios, en chino se llaman "bihu" [pr. esp.: pi-ju], es decir, "tigre de pared". Además, sus visitas casi de incógnito me han permitido fijarme en algo tan sutil y liviano que hasta ahora siempre me había pasado inadvertido: el excremento de salamanquesa.

País desarrollado

Todos los días leo un periódico en inglés, el "Taipei Times". Si queréis desconectar de Rajoy, Bono, Terelu, Ibarretxe etc, os recomiendo echar un vistazo de vez en cuando a la edición "on line" "www.taipeitimes.com". Ayer hablaban de lo mucho que ha descendido (y sigue haciéndolo) el índice de natalidad. Otro artículo trataba un fenómeno aún más significativo, el del suicidio, que al parecer ha ocupado las mentes de más de la mitad de los participantes en una encuesta. No sé si se trata de que han reflexionado sobre la idea del suicidio desde un punto de vista teórico (según Camus al principio de "El mito de Sísifo", se trataría de la única cuestión filosófica realmente relevante) o de si, simplemente, se lo han pensado alguna vez. Como no todo el mundo sabe (y muy bien explica Santiago Alba en uno de los artículos recogidos en su libro titulado "Torres más altas" o algo similar), la gente de países más pobres se suicida menos; mueren de hambre, o por los efectos de nuestras bombas, pero, lo que es suicidarse, apenas lo hacen. Pues bien, el año pasado se suicidaron en Taiwán 3000 (tres mil) personas, lo que da un porcentaje mayor al de Inglaterra, Alemania e incluso EEUU. Hoy me contaban que hay una gran presión social en lo que se refiere a los estudios, y que otro motivo importante son las frustraciones o los desengaños amorosos. A esto se lo llama civilización y progreso.

Por cierto, en el número de ayer de TT anunciaban para el de hoy un artículo sobre la educación, acerca de la cual los políticos no hacen más que hablar de cara a la galería cuando, en realidad, es en las escuelas donde se marca a las futuras ovejas o cabras cuando todavía no han cumplido 18 años. A ver si luego tengo tiempo de leerlo.

También contaban el siguiente...

Chiste ruso:

Bush (hijo) va al dentista y éste le pide que abra la boca y diga "Aaaa". Bush responde: "¿Al mismo tiempo?"

Lugares sagrados

En junio, en Grecia, me molestaba que de la antigua religión de los griegos sólo quedaran en pie monumentos y ruinas y no poder asistir a ninguna ceremonia (como las descritas por Homero) en alguno de sus numerosos templos. Menos mal que en Taiwán, aunque abundan las iglesias cristianas de diverso tamaño, color y pelaje, los templos taoistas, budistas y/o confucianistas siguen en funcionamiento y no han sido barridos por los "cultos" de occidente.

WC

Otro punto en común con Grecia son los retretes. Tanto si son de silla como si se trata del modelo similar a un plato de ducha con un agujero en el centro y unas marcas para los pies (el más frecuente en todo el país), en ningún caso y bajo ninguna circunstancia se puede arrojar papel al retrete, tanto en lugares públicos como en domicilios particulares. En Grecia, al ver los avisos al respecto, me entraban ganas de escribir: "No arrojar poemas al retrete" (relacionaba la frase latina "Hoc fecit Vergilius", esto lo hizo o escribió Virgilio, con el esperanto de "Chi tie fekis Vergilio", aquí cagó Virgilio). En Taiwán los carteles están en chino pero se entienden igual de bien.

Homero

La palabra "hipopótamo" procede del griego y significa "caballo de río". Así se dice también en finés ("virtahepo"), alemán ("Nielpferd", caballo del Nilo) y en chino, "hema" [pr. je-ma]. Por una de estas extrañas casualidades de la vida el nombre de Homero también se pronuncia "hema", exactamente igual, auque se escriba de forma distinta. El que no se entretiene es porque no quiere.

Café

Aquí lo que está de moda ahora es el café y los cafés, como Starbucks, donde te clavan con la excusa de que también ofrecen un ambiente distinto. Debe de ser como lo del "sushi" en la Península.

Mascarilla

Numerosos (moto)ciclistas llevan puesta una mascarilla o bozal (con tejidos, colores y diseños muy variados), en teoría para protegerse de la contaminación causada por el tráfico. Pero, como confirmaba ayer mis sospechas mi amiga Jane (el nombre no es de coña, nada que ver con lo de Tarzán), la mascarilla no sirve para nada, salvo quizás para llegar con la cara un poquito menos sucia a la cita, ya que uno no puede dejar de respirar y de inhalar el mismo aire que si no la llevara. Y, sin embargo, la llevan.

Todo doble

Otra amiga, Kiki, me decía que en Taiwán todo es doble. Dos calendarios, dos nombres, dos nocheviejas, dos novios... Si bien la mayoría se rige por el mismo calendario que nosotros, el calendario oficial cuenta los años a partir de la fundación de la República de China, en 1911. Así que, según el ticket de caja del 7Eleven, hoy es 2004-09-03, mientras que según el de Starbucks en Sogo (El Corte Inglés de estas latitudes), nos encontramos en el día 93/09/03, es decir, 3 de septiembre del 93 (no de 1993, no, sino del 93 y punto). Además, para sus fiestas tienen también el calendario lunar, con el Año Nuevo Chino etc.

En cuanto a los nombres, aparte del nombre oficial en chino, a cada uno se lo llama de manera distinta, con un mote o apelativo, según se dirijan a él sus padres, hermanos, amigos, colegas... Por ejemplo, conozco a una chica a la que llamamos Xiao-Mi, literalmente "pequeño arroz, arrocito", es decir "mijo"; a la novia del hermano menor del cuñado de Chen (¡!) todos ellos la llaman Xiao-Bai-Mei, algo así como "Guapa Blanquita" o "Blanca Bonita" (lo cual la describe bastante bien). Y yo, con mi nombre y dos apellidos polisílabos, supongo que los tengo algo desconcertados. Reformulo la frase: el hombre es un perro verde para el hombre.

Por otra parte, casi todos los taiwaneses tienen también nombres de pila occidentales... y cuáles: Annette, Apollo, Carly, Flora, Ingrid, Jessica, Krein... Y, sin embargo, me gusta la idea de poder elegir un nombre, el que a uno le guste, y que luego aparecerá junto con el nombre chino incluso en el pasaporte. Yo todavía puedo hacer lo mismo, pero a la inversa, al escoger mi nombre en chino. Otra amiga, Lily, no contenta con esto, se ha buscado también un nombre en español, María José, aunque no creo que vaya a utilizarlo mucho.

Titanic

Por cierto, Lily y Robin (un inglés que lleva ya 25 años en la isla), al saber que la canción que más odio es "Titanic", de Celine Dion, me la han tarareado varias veces esta mañana, llamando así la atención del público circundante, menos propenso a estas exhibiciones de talento artístico. La canción más odiada por Robin es "Hotel California", de Eagles, que a menudo le piden que toque cuando canta con su grupo. Seguro que todos tenemos nuestra canción maldita.

Poemas

Ah, hoy estoy especialmente contento porque ayer me llegaron por correo los ejemplares de mis dos libros de poemas recién publicados. Por fin he podido verlos, tocarlos... y releerlos.

Curso intensivo de chino

Para terminar, aquí van las dos primeras lecciones de un nuevo método de mi invención para aprender chino por asociación de ideas. Dos españoles residentes en Taipei me han confirmado que funciona. Cada lección sólo consiste en aprender una palabra, así que, ánimo, todos podéis hacerlo.

LECCIÓN 1

"caracol" en chino se dice "coño".

LECCIÓN 2

"lápiz de labios" se dice "cojón".

31.8.04

tiene narices

Acaba agosto y, de momento, parece que aumenta la frecuencia de mis mensajes. No me considero reportero, pero me gusta obligarme a escribir un poco varios días a la semana dejando constancia de mis impresiones, algo que no hice durante mi primera visita de un mes a Taiwán hace dos años y medio, ni tampoco en mis anteriores viajes por Finlandia y otros países europeos de cuyo nombre prefiero no acordarme.

Decíamos ayer que los taiwaneses ya no preparan tofu en casa, y Chen me lo ha confirmado. En cuanto a Carrefour, todas las grandes ciudades lo tienen, y de talla XXL (en Taipei también hay IKEA, y MaNGo, y Zara, y creo que ya comenté que hay un 7Eleven casi en cada esquina). El cocido chino (que otros llaman fondue china, olla mongola y varias cosas más) se diferencia de los cocidos españoles en que se sirve y prepara al mismo tiempo, es decir, uno se sienta a una mesa provista de fuego alimentado por gas, sobre el cual hay una olla con caldo (de carne, verduras, pescado o marisco). A los lados se ponen bandejas con ingredientes diversos (tofu, morcilla de pato, bolas de taro, verduras, setas, albóndigas de carne o pescado, carne cortada en finas lonchas etc) que uno va cogiendo según le apetezca para introducirlos en la olla, de modo que, en cuanto se cuezan lo suficiente, el comensal los saque del caldo, los moje en alguna salsa (picante o no) y se los zampe. Al final se apaga el fuego y queda una sopa con más sustancia que el caldo base del principio.

También se diferencia el concepto de "granizado": aquí te ponen en el plato un montón de hielo picado (hielo, sí, agua pura, H2O), le añaden trozos de la fruta que elijas (por ejemplo, mango fresco) y, si quieres, lo rocían con un chorro de leche condensada. A mí me parece un timo pagar por el hielo (si al menos se tratara de zumo congelado y luego triturado), pero, en fin, cada país tiene sus costumbres. En Bruselas hay que pagar una propina o impuesto revolucionario al gorila de la puerta para salir de las discotecas [y de los bares de copas].

No me atrevo a hablar demasiado sobre el tema de la mujer en el mundo laboral. Parece que ahora acceden a los mismos puestos de trabajo que los hombres, pero no sé si, como en Europa, cobran menos que nosotros por el mismo curro, y después se ocupan también del trabajo de casa. Como en España, en las universidades hay tantas mujeres o más que hombres, y también tienen una esperanza de vida mayor, por encima de los setenta años. He leído que el número de hijos por mujer ha descendido enormemente en las últimas décadas, lo que unido a la mayor longevidad tiene como resultado un envejecimiento acelerado de la población. Nada nuevo. Lo mismo que en España, Japón... Por algo lo ha elegido Icíar Bollaín como tema para su próxima película [aunque de momento va a sacar primero una comedia]. Pero todo esto no son sino datos fríos ("las estadísticas son como el bikini: dan una idea pero esconden lo esencial"; no estoy de acuerdo, pero lo cito porque me apetece).

Hay tantas imágenes que querría transmitir pero no puedo hacerlo... Por ejemplo, el abigarramiento de las calles. Justo ayer y hoy se celebra aquí el Festival (o la Fiesta) de los Espíritus, día con el que concluye agosto, mes de los espíritus y fantasmas. Para festejar su regreso o retorno al otro mundo, el de ultratumba, se los agasaja con tenderetes rebosantes de comida, se tiran petardos y, a las puertas de templos, templetes y tiendas, se quema en hornos portátiles dinero falso como ofrenda. En agosto, la gente muy creyente (es decir, muy supersticiosa o santera, si usáramos los términos equivalentes a los de los españoles que se desviven por sus santos, capillas y procesiones) no dejan que los niños se bañen en el mar o el río para evitar que sean presa fácil de algún espíritu con mala idea. Anoche, para celebrarlo, Chen y yo fuimos al cine a ver "Van Helsing", americanada en la que se funden personajes derivados de antiguas leyendas centroeuropeas sobre espíritus más lóbregos: vampiros, nosferatus, hombres lobo... En realidad lo que ocurrió es que Chen tenía invitaciones para el cine, y, de las dos películas en inglés con subtítulos chinos, sólo nos venía bien por el horario ésta de temática transilvana; menos mal, porque la otra se titulaba "El Álamo", y ésa sí que me suena a fantasmada yanqui sin atenuantes.

Os contaba que en Pingtung, por el mero hecho de ser un narizotas blancucho con ojos azules (ya veis qué mérito) la gente te mira, de forma evidente o sin que se note (aunque se nota de todos modos). En Taipei la situación es muy distinta: los taiwaneses apenas se fijan en ti; ahora bien, cuando te cruzas con otro narizotas, en lugar de mirarte e incluso saludarte como en Pingtung ("El doctor Livingstone, supongo"), el otro hace como si no te viera y como si él mismo fuera invisible, indistinguible o taiwanés. La verdad, reconozco que prefiero Pingtung, y creo que a todo el mundo le vendría bien sentirse especial de vez en cuando sin tener que ponerse el traje de luces en Las Ramblas o en las Siete Calles de Bilbao (espero haberlo dicho bien). Hace dos días conocí a una chica que, hasta ese momento, no había conversado nunca con un extranjero (y, para no haberlo hecho nunca ni haber salido de Taiwán, lo cierto es que hablaba inglés bastante bien). Creo que no estaba borracha, aunque le hacía mucha gracia cada vez que yo decía algo en chino (algo así como lo del lehendakari negro en "Airbag") e incluso me echó 23 años (luego me confesó que pensaba que tenía 25, pero que me restó dos por cortesía; yo le eché a ella dos más de los veinte que tenía, con lo que mis dotes de pitoniso quedaron por los suelos).

Naturalmente, aquí poca gente ha viajado a Europa, y lo normal es que hayan visitado Japón, Hongkong, China continental, Singapur, Indonesia, Tailandia, Corea... A veces me preguntan si en España hablamos inglés. Bueno, dejo de dar el coñazo.