16.2.05

los Insatisfechos

Confirmado. El lunes 14, Día de los Enamorados por decreto mercantil, hemos registrado el casamiento (con fecha del viernes 11) ante las autoridades taiwanesas; ahora queda hacer lo propio con las españolas. Así que se acabó el estrés: estamos felices, relajados y contentos, sobre todo una vez terminada la sesión de fotos para el álbum, ayer durante casi todo el día. Y esta noche tenemos cena con una veintena de amigos.

Al contrario que los DNI españoles, en los que ya no aparece siquiera el estado civil, al dorso del de Chen desde ahora se lee también mi nombre completo en caracteres chinos (si bien mi nombre de pila consta de dos sílabas, como el de la mayoría de los chinos, mi apellido tiene tres sílabas en lugar de sólo una, como sería lo normal; en eso me asemejo a los aborígenes, que tienen problemas al cumplimentar formularios en los que en el recuadro reservado para el apellido sólo cabe un ideograma; de hecho, Teresa y Chen bromean que tanto Michel, el marido de la primera, como yo pertenecemos a una tribu particular de aborígenes, la de los Pu-man-tsu o los Insatisfechos).

Volviendo al tema del Windsor, reconozco que lo que nunca llegó a convencerme de él fue el nombre (tampoco el logotipo, esa W de cartón que lo coronaba). De haber previsto su final, le podían haber llamado "Winston"... Ah, se me ocurren estúpidos juegos de palabras ("Gone with the Windsor", o "Lo que el Windsor se llevó"), pero prefiero recordar un palíndromo latino, "in girum imus nocte et consumimur igni" (que, con la pequeña trampa de una "i" en vez de una "y", significa: vamos dando vueltas en la noche y nos consumimos en el fuego). Como bien dice Paco:

"Madrid ha perdido un punto importante de su perfil, pero al menos ha desaparecido por todo lo alto y dando espectáculo, y no ha muerto nadie, que tampoco está mal."

En cuanto al artículo de EP que os pedía, Miguelito y Bernar se ofrecen a enviármelo en version electrónica. Me parece muy bien, pero mejor cuando volvamos de Japón y Taipei. Mañana nos vamos a Japón, al invierno (menos de 10 C en Tokio, unos 30 C en Pingtong), regresamos el 3 de marzo pero pasaremos unos 3 ó 4 días en Taipei antes de regresar a Pingtong. Así que mejor que no escribáis hasta nuevo aviso y, sobre todo, no enviéis fotos, que se me bloquea el Hotmail.

¡Felicidades para Xénia, que cumple mañana!

Por último, y con respecto a hipotéticas crónicas japonesas, no prometo nada (pero me llevo cuadernos y boli, por si acaso).

14.2.05

petardos y cohetes

El único comentario que me merecen los petardos de ETA en ARCO es señalar el acierto de El Roto al enmarcarlos en una de sus viñetas. Por si los del COI no tenían suficiente para descartar la candidatura olímpica de Madrid (que el ayuntamiento y el gobierno se la metan por donde les quepa, por cierto, porque a los madrileños tampoco nos han consultado sobre esta cuestión) ahora se quema el rascacielos Windsor. Me avisó mi hermano Carlos en un e-mail y luego lo he seguido por internet y por las imágenes emitidas en uno de los telediarios taiwaneses. Si mis conocimientos de inglés no me traicionan, podríamos decir ambigua y lacónicamente: fire works (es decir, tanto "fuegos de artificio" como "el fuego trabaja, o funciona"). Supongo que debería haberme dado pena, ya que la construcción del Windsor (creó que llevó unos 7 años levantarlo, con sus 31 pisos y 106 metros de altura) fue el motivo determinante para que mi padre, que dirigió los trabajos como jefe de obras de la constructora Agromán, se llevara a la familia de Badajoz a Madrid. Como dice mi hermana Beatriz, mejor que mi padre no haya podido ver como se consumía en 17 horas la obra de la que estuvo más orgulloso y que consideraba la culminación de su carrera profesional. A mí, la verdad, casi me ha producido más alegría que pena: confirma que las personas podemos vivir más tiempo que estos horribles edificios de mierda (es decir, de acero, vidrio y hormigón, o, como escribió mi amigo islandés Baldur Ragnarsson en uno de sus poemas, "acero / vidrio / piedra / todo artificial / superficial y falso"). Por casualidad, ayer mismo por la tarde subimos con unos amigos al mirador en el piso 74 (a 295 m del suelo) de los 85 que tiene el rascahuevos más alto de Kaohsiung (datos para el turista: el ascensor tarda en bajar 45 segundos y alcanza una velocidad de 600 m/s). Es cierto que la estructura del Windsor, de hormigón armado y no de acero como las Torres Gemelas de Nueva York, ha aguantado estupendamente, sin derrumbarse, las altas temperaturas, con lo cual, en vez de una "zona cero" (denominación que en propiedad corresponde a la del lugar devastado por una bomba atómica, y por usurpación de sentido al solar del World Trade Center) tendremos que conformarnos con una "zona cuatro con cinco" (insuficiente por los pelos). Desmontar el esqueleto del edificio puede que resulte más caro y trabajoso que construirlo, como parece haber sido el caso también del cercano viaducto de Cuatro Caminos o de cualquiera de las centrales nucleares que en el mundo han sido. Anoche, en el edificio Splendor de Kaohsiung, pensaba en la obsolescencia programada de estas torres fálicas (por lo del Falo de Alejandría), que cada cierto número de años necesitan un lifting, una muda, un transplante que les devuelva la belleza efímera de sus primeros días, y que en el imaginario de la ciencia ficción antiutópica de nuestros tiempos forman parte de un paisaje de ruinas corroídas por el óxido.

12.2.05

ya está

Bueno, ya está. Me refiero a la boda. Ahora lo explico. El jueves 10 (segundo día del ANL o Año Nuevo Lunar) voy a la desayunería de la tía de Chen. Allí se encuentran un montón de familiares que me reciben con cariño y alegría: sus tíos, dos primas, las dos sobrinas, la hermana menor Hsiu Ching que vive cerca de Taipei (en Jhongli) y el marido de ésta, que acaba de cambiar oficialmente hace poco su nombre chino (es el segundo caso que conozco).

Primer inciso: eso de que somos seres poligonales o poliédricos y que en la interacción con otras personas a cada una le presentamos una arista o cara diferente de las muchas que tenemos, lo llevan a la práctica taiwaneses y chinos en general en el empleo de los nombres. Aquí uno no se llama simplemente "Fulano (de Tal y de Cual)"; tus hermanos o hermanas mayores o menores te llamarán "keke", "titi", "yieyie" o "meimei" (palabras que significan respectivamente: hermano mayor / menor; hermana mayor / menor) según corresponda; distintos familiares utilizarán cualquier otra de las múltiples palabras con que cuenta el chino para expresar cada matiz en las relaciones de parentesco; los amigos, colegas, jefes o subordinados usarán motes o apelativos que comiencen, por ejemplo, por las palabras "viejo", "pequeño" o "hermano" seguidas (o precedidas) de tu apellido. Es decir, a cada persona le corresponde un gran número de nombres según quien se dirija a ella y en qué situación.

Continúo. Después de desayunar nos vamos todos (tía y primas incluidas) a casa de los padres de Chen. Les entrego unos regalos de Año Nuevo así como los sobres rojos con que se felicitan las fiestas en la cultura china (llevan dinero dentro; no dinero fantasma como el que se quema en los templos, sino del bueno, el que se cambia por euros), lo que me obliga a insistir en chino para que los acepten, ayudado por el resto de la parentela que se supone que han venido a desbrozar el terreno. Almorzamos juntos y después les anuncio que Chen y yo vamos a casarnos el día 16 y les invito a asistir a la boda. A partir de este preciso instante me recuesto cómodamente en el sofá ya que la conversación pasa al común de los presentes, a saber: Chen, sentada a mi lado, sus padres y el resto de la familia, cada uno de los cuales tercia en la discusión con gran variedad de ideas, opiniones y sugerencias. Dados mis conocimientos escasos de chino y nulos de taiwanés y hakka o hoklo, yo me abstengo y me dedico a la meditación contemplativa.

El resultado es que renunciamos a la idea de celebrar la ceremonia en la iglesia de Chen para no complicar más las cosas. Nos limitaremos al trámite de recoger las firmas necesarias para presentarlas en el juzgado, y el banquete tendrá lugar en agosto. Así que habrá fotos vestidos de blanco, pero no de la boda propiamente dicha sino de las que hace un fotógrafo de la agencia un día diferente para la confección del álbum de fotos (en propiedad, libro) que se muestra a quienes asistan al banquete junto con una foto ampliada de los esponsales.

Segundo inciso: en Taiwán no es necesario oficiar o celebrar el matrimonio civil en un juzgado o ayuntamiento. Se rellena un documento (que te proporcionan, por ejemplo, las mencionadas tiendas pre-para-nupciales, si bien con ciertos aditamentos supuestamente románticos y valentinescos) y se pide a varios testigos que lo avalen mediante su firma, firma que en realidad consiste en la estampación en tinta roja de un sello individual e intransferible de madera o piedra. No importa dónde se desarrolle el acto: puede ser en casa o en un restaurante, después sólo hace falta validarlo o registrarlo ante el funcionario correspondiente. Cada taiwanés tiene al menos un sello, pero puede tener uno para el banco, otro para cartas personales, para votar etc. Su falsificación equivale a un delito de imitación de firma o suplantación de personalidad. Yo me hice uno de madera como curiosidad o recuerdo en mi primera visita a la isla, hace tres años, y Chen me regaló luego uno de piedra; ahora resulta que, más que útiles, me son necesarios.

Por la tarde Chen y yo desaparecemos del mapa unas cuantas horas. Volvemos a la casa de los padres y cenamos en familia. Luego nos vamos a un bar y decidimos estampar nuestros dos sellos personales en el documento. Nos hacen falta seis más.

Por la mañana del día 11 vuelvo a casa de los padres y les comunico que vamos a llevar las firmas al juzgado el lunes 14. El padre asiente y poco después estampamos su sello y el de su esposa. Por la tarde pedimos a varios amigos más que hagan lo mismo y, por último, esta mañana, conseguimos el sello que faltaba, el octavo. Ahora mismo acabo de volver de cenar en su casa una vez más, lo que supongo que significa que las cosas van por buen camino.

Salvo que hubiera algún problema de tipo burocrático el próximo lunes, podemos decir que ya nos hemos casado. Os lo cuento ahora porque el jueves nos vamos a Japón hasta el día 3 de marzo (del 3 al 6 estaremos en Taipei) y probablemente no entre ni mucho ni poco en internet.

Ah, en "El País" de hoy publican un artículo de una sinóloga (es decir, chinóloga) que dice que la verdadera religión de los chinos es el culto a los antepasados. ¿Alguien me lo puede guardar, copiar, enviar? [Ya lo tengo.]

Por último, una costumbre muy taiwanesa es la de que la gente se descalce al llegar a una casa. Al contrario que en Finlandia, donde luego se deambula de puertas adentro en calcetines o a pelo, aquí uno deja los zapatos fuera, como si de una mezquita se tratase, y se calza unas chanclas o alpargatas. Ahora bien, en algunas casas hay que repetir la operación al entrar en el cuarto de baño, donde disponen de otros pares de chancletas o chinelas particulares. Anoche cené en la casa tradicional de una familia hakka, en el patio exterior, a la fresca, y para ir al servicio tuve que cambiar mi calzado al entrar en la casa, al cruzar el patio interior y al pasar al mingitorio (y vuelta).

9.2.05

puntualicemos

Con tanto mirarme al ombligo se me olvidó desearos un feliz carnaval. En cuanto a mi último mensaje, metí la pata al enumerar los cinco elementos que pueden caracterizar a los doce animales del zodiaco chino. El quinto no es el aire, sino la tierra.

Aprovecho para hacer otras puntualizaciones:

Lo que dijo el padre de Chen fueron dos frases distintas, no una. Finalmente cené en mi casa, con el hermano de Chen y su amigo; luego Chen y yo fuimos al cine a ver "El aviador", la última de Scorsese, y tras la película nos dirigimos a un bar para celebrar el cambio de año con vodka (ella) y tequila (yo). Y en cuanto a las canciones del otro día en el KTV, en español canté "Bésame mucho" (la única disponible), y en inglés "Yellow submarine", "You are the sunshine of my life", "Black is black" y otras no menos conocidas y pegadizas, aunque la que quizás tuvo más éxito (a falta de "Guantanamera" y "Macarena") fue la brasileña "Coração de melão", que yo no conocía antes de venir aquí. Por último, más que preparativos logísticos, lo que me resultaba más cansado era la aceptación paulatina por parte de los padres de Chen.

8.2.05

toca madera

Esta noche tendrá lugar lo que yo llamo la Nochevieja China (o Lunar). Desde el fin de semana, millones de taiwaneses se han desplazado a otras ciudades de la isla en ferrocarril o por carretera. Ahora, por la mañana, ya se oyen algunos petardos y cohetes. Una quinta parte de la población mundial lo celebra, p.ej. también en Madrid (en Lavapiés, supongo). A los dos ciclos que os mencionaba se añade otro, el de los cinco elementos: agua, fuego, metal, madera y aire, si no me equivoco (pero seguro que no en ese orden). Pues bien, este año toca madera. Tenemos como signo el Gallo de Madera, combinación que, al depender de la coincidencia de un ciclo de 12 años con otro de 5, sólo se repite cada 60 años. Por última vez, en 1945, el año de la muerte de Hitler, los asesinatos con armas de destrucción masiva de dos ciudades enteras (Hiroshima y Nagasaki) y el final de la Segunda Guerra Mundial. Como veis algo mucho más sutil que lo de que cada 30 años muere un hijo de la gran puta (1945: Hitler; 1975: Franco) y que este año le tocaría a Bush (hijo) o al papa Woytila.

He recibido varios mensajes acerca de lo mucho o poco que os gustan estas cartas, de si mi fijación con las gambas, almejas y otros simpáticos animalejos no será síntoma de otro tipo de desvaríos etc. Os agradezco mucho que os preocupéis por mí. Naturalmente, no siempre estoy animado, algún día que otro veía más de un nubarrón (alguno bien gordo, por cierto) en el horizonte, pero al final ninguna borrasca ha sobrevivido a la prueba de fuego de la almohada o la siesta. En cualquier caso, la ironía con la que escribo, más que para enmascarar u ocultar problemas o conflictos, me sirve para desactivarlos, y hasta el momento funciona; por otra parte, me temo que a estas alturas sea ya mi forma preferida de acercamiento y análisis de los acontecimientos, desde los más graves a los pefectamente irrelevantes, y que no creo que eso vaya a cambiar.

Hace un par de días osé de nuevo entrar en casa de los padres de Chen. El padre estuvo simpático y creo poder afirmar que mantuvimos nuestra primera conversación en chino digna de tal nombre. Yo entendí que me decía que si yo aprendía chino no tendría que preocuparme por aprender taiwanés (por cierto, algunos canales de televisión emiten en taiwanés). Chen me dijo luego que su padre le dijo que si yo aprendía chino él no tendría que aprender inglés. Todavía me pregunto si se trataba de la misma frase. Ah, qué curioso tener que revivir (a mi manera, claro) los desvelos de mi padre cuando se aventuró por vez primera en la casa o el cortijo de mi abuelo materno, allá en tierras extremeñas...

Ayer volví a casa como a las 7 de la tarde, hecho polvo, cansado de estar todo el día de tienda en tienda, de los preparativos. Quedamos Chen y yo en descansar para pillar la cena de esta noche (prevista, en principio, en casa de sus padres) con más energía. Pero, claro, cómo iba a acostarme a las siete... Además, al rato de llegar me dice el hermano de Chen que era el cumpleaños de su amigo, al que llamaremos Xiao Mao (pequeño Mao) por la broma sobre su parecido sobrinesco con Mao Tse Tung. Así que bajé a felicitarle, llegaron otros dos amigos con comida (excelente: camarones, patas de cangrejo...) y litronas de cerveza y, nada, recuperé las fuerzas como por arte de magia. A las 11 de la noche nos fuimos al KTV (donde sólo pude cantar una canción en español, y el resto en inglés), a las 2 recenábamos en una tasca (carne de ganso, sopa de almejas, tortilla de gambas) y a las 3 volvimos a casa. Había bebido en una tarde más cerveza que en Madrid en un año (y con cubitos de hielo, como la toman por aquí). Pero, en fin, menos mal que no mezclé con otros tragos y que lo acompañé con alimentos sólidos. Veremos que nos deparan las celebraciones en días sucesivos.

Bueno, os dejo. ¡Feliz Año Nuevo! Xin nien kuai le!

6.2.05

del mono al gallo

Ya falta menos. En la noche del martes 8 al miércoles 9 pasaremos del Año del Mono al Año del Gallo (según algunos, si tenemos en cuenta el ciclo de alternancia binaria yin/yang, o femenino/masculino, luna/sol etc, el año que comienza sería yin y, por tanto, Gallina). Será, como el del Mono, un año inquieto, como la cola del macaco o la cresta del gallito con ganas incontenibles de asomar la cabeza. Un año de quiquiriquíes no sólo de madrugada, sino a cualquier hora del día. Un año en que todas las misas serán misa del Gallo. El ciclo de los animales del zodiaco chino se completa cada 12 años. Sois gallos, pues, los que en el 2005 hayáis cumplido o vayáis a cumplir 12 años, ó 24, 36 etc.

5.2.05

la dichosa almeja

Escribo desde el instituto en el que trabaja Chen. Aunque es sábado y está de vacaciones, tiene una reunión con el nuevo director. La gente, que ya me conoce (se trata tanto de profesores colegas de Chen como de sus alumnos), nos saluda cuando nos ve diciendo "konsi-konsi"; puede significar tanto "enhorabuena" (por la boda) como "felicidad" (por el Año del Gallo que comienza el miércoles día 9) o las dos cosas a la vez.

El ambiente cada vez es más parecido al de los días anteriores a nuestra Nochevieja: orgía de compras, consumo y regalos; decoración en colores rojo y dorado por todas partes; villancicos en chino que se repiten sin cesar; plaga de gallos. La gran diferencia son las temperaturas en torno a los 20 grados o incluso superiores: yo voy casi todo el tiempo en camisa de manga corta o camiseta.

Anoche asistimos a un concierto de la orquesta del instituto de Chen (esto parece Finlandia). Tocaban música de películas, que, como dice mi amigo Santi, es la única música "clásica" contemporánea que llega a todos los públicos, lo que no ocurre con compositores más experimentales o esotéricos.

Hace días fuimos a la casa de un amigo de Kiki muy majete e interesante. Me hizo un pequeño regalo, que sin embargo tiene un enorme valor para mí, como un imán en torno al cual se va formando un torbellino de ideas. Se trata del fósil de una almeja de tamaño mediano, de unos 5 ó 6 centímetros de largo por lo menos (bueno, de una almeja o de otro molusco bivalvo, el bicho no viene con etiqueta), ovalado pero con una envidiable simetríia, de color entre blanco y grisáceo con estríias más oscuras. Naturalmente ya no es una almeja, sino una piedra (preciosa, por cierto), pero el hecho de que sigan existiendo congéneres suyos vivitos y concheando en todos los mares del mundo lo hace mucho más próximo a mí desde un punto de vista afectivo que un hipotético diente de dinosaurio o la taba de un mamut.

Una amiga me preguntaba ayer por qué dibujo gambas. Bueno, no sólo me gusta comer marisco; de la gamba y el camarón me gustan hasta los andares; tiene una forma perfecta, muy estilizada (como las avispas) y, además, como les ocurre a las almejas, un español o un taiwanés ha crecido viendo las gambas en el mercado, en la cocina, en la mesa. No peladitas con salsa rosa como el consumidor medio norteamericano de mi mente prejuiciosa, sino con patas y cabeza, a la plancha o al ajillo. Por si fuera poco, y como ocurre con el vocabulario de origen taurino, también tenemos expresiones relacionadas con las profundidades y suculencias marinas: "ponerse rojo como un langostino" entre otras.

Retomo el mensaje después de volver de Kaohsiung, la ciudad del millón de motos (el mote es mío). Creo que no podría vivir en esa ciudad, con tanto ruido y humo. Todo lo contrario de mi rincón favorito en Pingtung, el templo de la familia Hsiao dedicado al culto a los ancestros y que data de 1880, muy cercano a mi casa. Pensaba el otro día que de todos los cultos habidos y por haber, el único que vale la pena es el que recuerda a nuestros antepasados y nos recuerda de quiénes venimos. Yo, que llevo en mi agenda de bolsillo fotografías de carnet de mis padres, que normalmente reveo en fechas señaladas como sus cumpleaños o los aniversarios de sus fallecimientos, ahora de vez en cuando también las miro cuando me adentro en ese espacio recogido y silencioso, en lugar de quedarme bajo el árbol que se encuentra a varios metros leyendo o pintando.

En cierto sentido, la almeja de este mensaje es un templo en miniatura. Cuando la tengo en la mano y la acaricio, como se hace con una canica o una bola de relajación, es como si pudiera tocar o acariciar el tiempo. Tengo en casa en Madrid un trozo de ámbar del Báltico con uno o dos mosquitos atrapados para posteridad en su interior, y lo guardo en una cajita de metal que reposa encima de la televisión. La almeja, por el contrario, en seguida ha encontrado su sitio natural sobre la mesilla de noche, como si quisiera susurrarme algo al óido durante el sueño. Me pregunto cuáles serían los últimos espasmos neuronales en el sencillo sistema nervioso de la almeja segundos antes de morir y de que su concha se transformara en el inmejorable sarcófago de piedra en el
que ha perdurado, transustanciada, hasta nuestros días. ¿Estaría soñando, con una sonrisa en los labios, como dicen que les ocurre a quienes mueren por congelación?

Supongo que de cada uno de nosotros hay millares y millares de documentos en diferentes archivos y registros, desde el hospital en el que nos alumbraron pasando por la partida de nacimiento, las calificaciones escolares, los pagos y transacciones efectuados, los otros tantos innumerables originales y fotocopias. No sé cuántos quilos pesará todo ese papel ni cuántos metros cúbicos ocupará, pero contando con la destrucción programada de documentos cada cierto número de años y la degradación química inexorable del papel de mala calidad en el que se ha escrito o impreso este protocolo burocrático de nuestro paso por el mundo, me imagino que dentro de 150.000 años muy pocos de nosotros habrán alcanzado un ápice de la inmortalidad de esta bienaventurada almeja.

Para terminar, miscelánea surrealista:

El periódico de ayer informa de que, en Taiwán, en uno de cada cinco matrimonios uno de los cónyuges es extranjero (17% mujeres + 2,3% hombres = casi 20%). En el de hoy leo que en un parque de Pingtung han erigido una estatua de madera (maciza, supongo) con forma de pene, de 8,5 metros de alto y más de 10 toneladas de peso.

4.2.05

¿eructar no es tan feo?

Acaba de pasar la medianoche, así que ya es día 4. Desde que llegué a Taiwán os escribo en la habitación, con el portátil de Chen (marca taiwanesa: Acer), no desde un cibercafé como en mi estancia anterior.

Dos cosas a las que hay que acostumbrarse en Taiwán son, en primer lugar, que no puede arrojarse papel en la taza del váter (tampoco en Grecia) y, segundo, que, en efecto, no es de mala educación eructar. En los últimos diez días he oído eructos ruidosos, algunos estentóreos, tanto en las mesas de los restaurantes del aeropuerto de Hong Kong como en tiendas, grandes almacenes, tascas y tabernas de Pingtung, así como en casa, sobre todo cuando llego por la noche y me encuentro al hermano de Chen y a sus amigos cenando cocido chino o sopa de tortuga anura (sin cola). La palma del estruendo se la lleva "el sobrino de Mao Tse Tung", que además tiene la boca completamente echada a perder por el hábito de masticar la nuez de betel, con los dientes enrojecidos, por no decir ennegrecidos. Con eso y con todo, es un tipo simpático, y nos hemos reído un montón entre brindis y brindis (brindan más que yo), en especial cuando le da por tararear Guantanamera con un certero contoneo de las caderas. Por suerte parece que sólo eructan los hombres: ninguna de mis amigas y conocidas lo hace, al menos en mi presencia.

3.2.05

formosaurio

Confirmado (de momento): retomamos la fecha prevista en un principio, el día 16. Cambiando de tema, hace un par de días hicimos una breve visita a Kaohsiung para buscar la partida de nacimiento de Chen (ah, esos mandarines...). Saltándome una vez más todos mis prejuicios, entramos a comer en un McDonalds, donde al menos sirven pollo frito como les gusta a los taiwaneses, un poco picante. Finalmente opté por una hamburguesa de pollo con pan de arroz: el pan era una masa blanda pero compacta en la que se distinguen todos y cada uno de los granos de arroz, como si de material de embalar se tratase. Estaba bastante buena para ser una hamburguesa. Pues bien, ayer leí que se trata de un nuevo producto recién lanzado por McDonalds, precisamente el día que yo me atreví a probarlo y de momento sólo en Taiwán. Estoy por volver para que me hagan un certificado o diploma, como cuando cruzas el llamado círculo polar ártico en Rovaniemi.

En cuanto a las acuarelas, hoy he copiado del periódico la figura de un diplodoco, pero he decidido bautizar mi dibujo con un nombre más apropiado y cariñoso: Formosaurio.

Ayer también casi me atropella una moto tripulada por tres individuos pertenecientes a esa edad llamada jumentud (de jumento), mientras yo montaba en bicicleta. Cruzaron a dos centímetros de mí a toda hostia, pero por suerte ni me rozaron. La chica, que creo que iba en medio (a lo sandwich, en una especie de menage-a-trois sobre ruedas) soltó un alarido de esos que se entienden aunque no sepas ni jota de chino. Yo, al intentar evitarlos, y gracias a lo torpe y patoso que soy en lo que a la psicomotricidad se refiere, perdí el equilibrio, fui a dar con un coche aparcado y después me caí con todo el equipo hacia el lado contrario. No me pasó nada aparte del susto y de que se salió la cadena de la bici, que luego Chen se encargó de poner en su sitio (si no os habíais dado cuenta, también soy un manazas o, como dicen en Finlandia, tengo el pulgar en mitad de la palma de la mano).

2.2.05

augurios

Poco después de anunciaros el cambio de fechas, resulta que Chen descubre que celebrar una boda durante las vacaciones del Año Nuevo (o Año Lunar) Chino es de mal agüero, y podría acarrear mala suerte a su familia y al negocio de ésta (en opinión de uno de los hermanos). Y eso que había consultado la fecha en un calendario especial para ver si era o no propicia, pero ya se sabe que en esto de la superstición y las artes adivinatorias dos bolas de cristal ven más que una.

1.2.05

cambio de planes

Hola, y feliz febrero a todo el mundo,

Hoy he tenido que recurrir a la amistad y la tecnología para conseguir que llegara a mis manos una partida de nacimiento que dejé en Madrid después de que allí me dijeran que no la necesitaría, algo que me acaba de desmentir (de modo poco rotundo, eso sí) el encargado de este tipo de asuntos de nuestra oficina de representación (es decir, criptoembajada) en Taipei. Ya odiaba la burocracia, sobre todo la vertiente consular y de visados por lo que tiene de humillante para el extranjero por el mero hecho de serlo; ahora además compruebo que es un auténtico coñazo no sólo en España sino también en estas tierras, y que la culpa no la tiene la actual globalización. Cuánta razón tenía Miguel Espinosa en su "Escuela de mandarines"...

También estoy un poquito hasta las narices de los preparativos de la boda. Llevamos dos días visitando tiendas pre(para)nupciales. Me imagino que en España la cosa es igual de hortera y/o cursi pero en plan castizo. Ah, nada de esto sería necesario si los dos fueramos de Chinchón, o de Chingchong, por poner otro ejemplo.

Lo del cambio de planes es porque, al final y sin que sirva de precedente, hemos decidido no casarnos el miércoles 16... sino el sábado 12. En efecto, en una maniobra inaudita con el fin de sorprender y desorientar al adversario, adelantamos el acto cuatro días. Además lo haremos en la iglesia de Chen, por si quedaba alguien a quien despistar, humano o divino. El resto sigue igual: legalización en el juzgado, viaje a Japón, celebración en agosto... Y que no cunda el pánico: habrá fotos.

26.1.05

sopa de tortuga

Hola desde Pingtung, en el sur de Taiwán. Ésta es mi segunda "crónica" taiwanesa.

Esta mañana he comenzado a pintar con las acuarelas que me traje de Madrid y los pinceles que compramos ayer en una tienda de Pingtung. Hace semana y pico que Ismael nos dio una clase de iniciación en la acuarela a Christian, Fátima, Laura y a mí, y ya iba teniendo ganas de ponerme manos a la obra. Sobre todo después de haber conocido ayer en casa de Michel y Theresa a toda una familia de artistas, a saber: Laurence Mellinger (http://laurence.mellinger.free.fr), su novio Alexis, su padre Dany (escultor y muralista) y su madre Michelle. De momento he pintarrajeado las cuatro o cinco primeras páginas del cuaderno y por lo menos me he entretenido y relajado durante un par de horas, lo que no es poco.

Una de las últimas películas que vi en Madrid fue la más reciente de Ken Loach, “Ae Fond Kiss” (un beso cariñoso, traducida como “Sólo un beso”). Es una versión eiropaquistaní (eiro- de Eire, Irlanda) de Romeo y Julieta o cualquier otra historia de montescos y capuletos de las muchas que circulan desde que el mundo es mundo. Los personajes son ficticios y, además, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, si sabes a qué me refiero…

Ayer por la noche, después de cenar cocido chino de carne de cabra con unos amigos (y trasegar unos cuantos litros de Taiwan Beer), fuimos con ellos a un KTV, es decir, un reservado-karaoke donde se canta sólo delante de tu grupo de amigos, sentado en un cómodo sofá con comida y bebida sobre la mesa, en lugar de hacerlo subido a un escenario a la vista de todo quisqui. Aparte de cantar algunas frases sueltas en chino, me animé con el escaso repertorio en lengua española: “Bailamos” (de Enriquito Iglesias), “La bamba” (horriblemente transcrita; por ejemplo, en vez de “marinero”, se leía “ma dinero” !!!), “Guantanamera” y “Macarena”. Al volver a casa continué la fiesta con el hermano de Chen, un primo suyo y otros tres amigos (de uno de ellos decían de coña los demás que su tío era Mao Tse Tung); bebimos más cerveza y me invitaron a probar sopa de tortuga: mordisqueé un trocito cartilaginoso y bebí un par de tazones de un caldo bastante fuerte de sabor en el que se cocían la cabeza y otros cachos del pobre animalito; cuando el caldo estaba a medio consumirse, añadieron más líquido: medio litro de aguardiente de arroz, bebida más potente que el vino de arroz (o sake). Lo que sí me aseguraron es que beber esa sopa es muy bueno para la virilidad.

Hoy también he cogido la bici por segundo día consecutivo. A pesar del tráfico caótico y las motos kamikaze, montar en bici es un gustazo.

24.1.05

primeras noticias desde Pingtung

Llegué a Taiwán el viernes pasado tras 24 h de aviones y aeropuertos (7 horas en el de Hongkong te dejan peor que al Tom Hanks de "La terminal", la última película perpetrada por Spielberg). Lo bueno es que ya se me están pasando el "jet lag" y la mueca de yeti que te produce.

Del vuelo, lo más impresionante es la visión de la interminable llanura o meseta monatañosa del Tíbet, cubierta de nieve, hielo o escarcha. Interminable por no decir infinita, y quien lo dude que se agarre un atlas y la compare con las cordilleritas pirenaica o alpina, que tanto me cautivan en mis frecuentes vuelos a Bruselas y Estrasburgo.

Hemos pasado el fin de semana en Kenting, en el sur. Temperatura: unos 20 grados, con sol. He ido a la playa un par de veces, pero no nos hemos bañado. Ahora ya estoy en Pingtung. La sensación predominante es de absoluta normalidad. No me extraña nada: ni la gente, ni la comida, ni los letreros incomprensibles o ilegibles (bueno, algo sí que pillo, pero ya no me fijo en ellos), ni el endiablado idioma chino en su versión coloquial. Y hoy me acaba de cortar el pelo nuestra amiga Kiki.

Por cierto, el novio de Kiki (Andy) ha leído en internet algo escrito en chino por Jimmy, nuestro amigo cocinero, donde al parecer habla de mi hermana Beatriz como de una gran cocinera (vete preparando el libro de recetas, por si te piden que lo demuestres en Extremo Oriente). Quizás también la fama de Kiki como peluquera logre extenderse hasta los confines occidentales de Eurasia.

22.10.04

adherencias

Me pregunto si son sólo Trinidad Jiménez y el resto de la delegación que viajó con ella a China quienes se adhieren a la mal llamada política de "una sola China" (¿una, grande y libre?), es decir a la doctrina de la dictadura seudocomunista de Pequín. O, lo que sería más vergonzoso y preocupante, si se trata de la postura oficial de todo el PSOE, con desprecio manifiesto a la voluntad de 23 millones de taiwaneses y a su gobierno elegido democráticamente en las urnas.

23.9.04

la penúltima

Tranquilos, era la (pen)última crónica. Como ésta, que también es la (pen)última.

Llego a Madrid el lunes por la mañana, y del miércoles al domingo estaré en Maribor, Eslovenia, con lo que seguiré algo liado la semana que viene. Pero luego no os libraréis de mí tan fácilmente.

Mañana por la noche Chen y yo cenamos con su familia en un restaurante. Vienen su hermana mayor con sus dos hijas (que me quieren mucho, o eso dicen), su hermano menor (con el que comparto casa y ya hemos cenado otro par de veces, aparte de haberme tomado yo con él unos cuantos tés y otros tantos güisquis que mejoraron enormemente mi comprensión del chino), su tía (la que tiene una desayunería adonde procuramos ir una vez a la semana), la hija de ésta (algo más joven que Chen) y, quizás, mis futuros suegros. Es como cuando te avisan de la formación de un tifón en el Pacífico: nunca sabes si pasará de largo o si te despertarás de noche con la habitación inundada y con pececitos de colores encima de la cama. Y yo, fiel a la máxima taoista de que la mejor acción es la inacción.

Esta mañana he visitado una casa antigua, estilo Hakka, que han reconstruido y renovado, y, después, una antigua escuela para funcionarios que los japoneses, en su afán de prohibir la enseñanza del chino durante el periodo colonialista de 1895-1945, convirtieron (astutos ellos) en templo dedicado a Confucio, lo que sigue siendo en la actualidad. Este templo sólo se utiliza una vez al año, el próximo martes 28.9, aniversario del nacimiento de Confucio y día del profesor. Me lo voy a perder, pero me quedo con el recuerdo del deterioro que la (in)temperie ocasiona a un templo tan poco frecuentado: columnas de madera con la pintura roja descascarillada, lamidas y raídas por la lluvia y el sol...

PD "Confucio" en chino se dice "Conchi"

21.9.04

muerte anunciada de las crónicas taiwanesas

Ésta es la (pen)última crónica. Se veía venir después de la incontinencia verbal de hace un par de semanas. Pido disculpas por parafrasear el título de GGM, pero es que el mamoncete titula tan de puta madre que al final acabas citándolo queriendo y sin querer, venga o no a cuento.

Algunos me habéis dicho que las encontrabais interesantes (gracias, ya me diréis cuánto os debo); otros, más bien otras, que demasiado impersonales, y que parecía Labordeta o del National Geographic; a éstos últimos os dedico la de hoy, para que escarmentéis.

Ah, lo que envío no sigue ningún orden lógico. Cosas de la pereza selectiva.

Por un pelo

Es mi última semana en Tawán. Todo son cenas, despedidas y momentos dramáticos. Me acaba de cortar el pelo mi amiga Kiki, peluquera de profesión. Mientras ella llegaba de no sé dónde (siempre me pierdo algo cuando me hablan en chino, e incluso en inglés), una de las chicas de su peluquería (Kiki es la jefa) me dio un lavado-masaje de cabeza y hombros re-la-jan-te y es-tu-pen-do. Tengo que pasaros la dirección por si venís un día por Pingtung.

Como decía, es martes. El sábado Chen y yo subimos en tren a Taipei/Taoyuen, el domingo por la tarde cojo el primer avión, y, el lunes, tras unas 21 horas de aeroburrimiento, llegaré a Madrid.

Fauna de Pingtung

Me olvidé de las libélulas, esos bichos tan guays o, como diría Borges, improbables y atroces.

Increíble pero cierto

Ayer por la noche, en una de las callejas del mercado nocturno de Pingtung, Chen y yo vimos una moto aparcada con 2 pegatinas 2 de "Antena 3 TV". No nos atrevimos a indagar.

Doble datación

Aparte de que el 2004 sea, al mismo tiempo, el año 93, también coexisten el calendario solar (enero, febrero etc) con otro lunar. Los días de comienzo y fin de los meses lunares no coinciden con los solares, pero son ellos los que determinan la mayoría de las fiestas (vamos, como nosotros con la fecha móvil de la Semana Santa). Por ejemplo, el 3.9 (3 de septiembre, que en chino se dice "tercer día de la novena luna") era el 19.7 del calendario lunar.

Terremotos

Menciono esa fecha porque el 2.9 (ó 18.7), a las 14h07', tuvo lugar un temblor de tierra cerca de la ciudad de Tainan. La intensidad fue de 4.5 Richter en el epicentro, menos de 1.0 en Taipei. Yo no me enteré, o, mejor dicho, me enteré al día siguiente leyendo el periódico (hace años, en 1995 en Bruselas, me despertó de noche un pequeño terremoto; tras descartar la hipótesis por absurda y preguntarme si habría sido un tranvía trasnochado en la calle Lesbroussart, me eché a dormir de nuevo... La respuesta la encontré a la mañana siguiente, en el periódico).

El fin de semana pasado estuvimos en Taichung. Mientras Chen asistía a una reunión de trabajo el sábado por la mañana, otra amiga (Nathalie), su hermana, cuñado, dos niñas de 6 y 8 años y yo hicimos una excursión en coche. Primero visitamos el lugar donde están construyendo el Museo del Terremoto 921 (el 21.9.1999 un terremoto de magnitud 7.6 mató a 2.415 personas en Taiwán); han conservado tal y como quedó un instituto de bachillerato destruido por el seísmo (que, por suerte, sucedió de noche, cuando el centro estaba vacío). Lo único parecido que había visto antes fue, en 1987, la casa de Gadafi bombardeada por aviones estadounidenses (creo que murieron una o dos hijas del coronel), con la diferencia de que el instituto es mucho mayor y de que parece que las ruinas acabarán siendo engullidas por la exuberante vegetación tropical taiwanesa, con lianas, plantas trepadoras, helechos etc.

Lago del sol y la Luna

También fuimos a ver el Lago del Sol y la Luna (llamado así por que desde el aire recuerda a un sol y una luna o, según otras versiones, a los ideogramas chinos para "sol" y "luna", que a su vez no se parecen en nada a ningún cuerpo celeste conocido). Es un lugar tranquilo, agradable, hermoso, aun no profanado por hordas de turistas (¡viva el elitismo!), un lago rodeado de colinas y montañas, algunas de ellas con templos, otras con nubes bajas que ocultan la cumbre. No sé si como resultado del terremoto 921, con epicentro no muy lejos, lo cierto es que en uno de los extremos del lago, cerca de la orilla, no en tierra firme sino en la superficie del propio lago, se ve surgir agua a borbotones, como si se tratara de un jacuzzi gigante o si algún desaprensivo hubiera quitado el tapón del desagüe. La verdad, no había visto antes nada tan raro como eso.

Espíritu aventurero

Como veis, si algo me caracteriza es la falta de espíritu aventurero. Como buen burgués, evito las aglomeraciones de turistas, los sitios demasiado visitados, los páises demasiado pobres, las ciudades demasiado peligrosas, las calles demasiado solitarias u oscuras, la comida demasiado picante... Menos mal que Taiwán me permite tomar tantas preacuciones y sentirme lejos de todo al mismo tiempo.

Es curioso, en parte me recuerda a España y en parte a Finlandia. Lo de Finlandia puede que sea por el tipo de vida que llevo aquí: un poquito de estudio del idioma, vida social por un tubo, paseos a pie o en bicicleta, excursiones, aguas termales, extraña combinación de occidentalización y exotismo...

Por cierto, me confirmaba Robin (un anglotaiwanés que se gana la vida cantando en bares y restaurantes) que, en efecto, aquí, en las localidades pequeñas, uno "es especial" sólo por el hecho de venir de lejos (lo que en sí mismo no tiene nada de particular). Lo cierto es que algunos individuos sí que acaban por creérselo. Debe de ser la naturaleza humana, como lo del sargento chusquero que se imagina general, emperador, o senador vitalicio.

Basura

Por la tarde los camiones de la basura recorren las calles de la ciudad emitiendo incesantemente por sus altavoces el fragmento de una melodía de música clásica cuyo título y compositor desconozco (lo tengo en un CD en casa, en Madrid). Así la gente sabe cuándo bajar la basura al camión. A mí, aunque sólo tengo que oírla un minuto y medio al día (los días que me pilla de por medio), ya se me hace un tanto insufrible, conque* no quiero ni imaginarme a los desgraciados currantes que tienen que sobrellevarla en el camión hora tras hora, día tras día...

[*en su momento comprobé la existencia de este "con que", escrito así, juntito, aunque no aparezca en todas las gramáticas]

Identidad

Aparte de la amenaza permanente de China, un tema que aparece a diario en el periódico que leo, el "Taipei Times", es el de la identidad de los habitantes de la isla. ¿Son taiwaneses? ¿Son (también) chinos? ¿Al idioma Hoklo, hablado por el 70% de la población, se le puede llamar taiwanés? ¿Pero que pasa entonces con el chino? (Antes de 1945 aquí no lo hablaba mucha gente, pero desde entonces tuvo lugar, por obra y gracia del KMT o Kuomingtan, una exitosa sinización cultural de la isla, por ejemplo en todos los niveles de la enseñanza) ¿Y con el Hakka (idioma de una minoría étnica que, en Fujien, China, son unos 40 millones)? ¿Y con las lenguas aborígenes?

¿Cómo llamar al país? Algunas posibilidades que barajan la prensa y los políticos: 1) ROC (República de China); 2) Taiwán; 3) Taiwán, ROC; 4) Taiwán (ROC); etc. Cada denominación tiene sus matices (desde el independentismo hasta el deseo de unificación con China), se hacen cábalas sobre sus respectivos significados...

Cerveza

Aquí la cerveza se puede y suele tomar con cubitos de hielo. Ah, y en algunos sitios incluso tienen San Miguel.

Superstición

Como en chino el número 4 suena igual que "muerte", las calles no suelen tener los números 4, 14, 40 y creo que tampoco 44, pues nadie compraría las casas. Al parecer lo mismo ocurre con las habitaciones de hotel.

Por otra parte, he visitado con Teresa, la mujer de Michel, un par de templos del centro de la ciudad. Sus explicaciones fueron muy interesantes, pero me las guardo para cuando me toque hacer de guía en carne y hueso.

No sé si ya dije que, a la entrada de los templos taoistas, hay unos hornos donde se quema dinero falso para los dioses y espíritus. Mas curioso aún, al menos para mí, es ver los camiones que transportan pacas de fajos de billetes "falsos”, o los garajes donde se almacenan, y pensar que, mientras aquí se imprimen y arden fortunas, en España se hornean y reparten hostias.

Regalo

Me han regalado una figura de jade, de unos 4 cm de largo, 1 cm de ancho y medio de grosor, que representa a un anciano venerable, con las manos cruzadas sobre el pecho, quieto, tranquilo. Es un colgante y, de hecho, lo llevo puesto al cuello (por debajo de la camisa, no soy tan hortera) desde hace varios días. No se trata ni de Confucio ni de Laotsé, aunque parece estar más relacionada con el taoismo, y me han dicho que sigue los modelos de la dinastía Song, de los siglos XII-XIII (vamos, como si me hubieran regalado un icono bizantino). Me preguntaba por qué me gusta tanto, si sería por la naturaleza del jade, esa piedra que recuerda el agua de una charca rodeada por la vegetación. Creo que también se trata de otra cosa, del contraste con los cuerpos agónicos, retorcidos, sufrientes de los crucifijos, con el sadomasoquismo morboso de la imaginería católica y, en general, judeocristiana. Me quedo con este viejo maestro que, por otra parte, viene de la China continental (en Taiwán no se tallan este tipo de figuras). Y si no, que venga Zeus y lo vea.

Curso intensivo de chino

LECCIÓN 3

"sí" en chino se dice "sí" (es una de las mil formas de decirlo).

LECCIÓN 4

"toro de lidia" se dice "toño".

LECCIÓN 5

"torero" se dice "toño sí".

3.9.04

Tarzán en Taiwán

Parece que se me van acabando los temas sustanciosos. Hoy me limito a observaciones sueltas. El título hace referencia a esa peli de nuestra infancia, "Tarzán en Nueva York". No es que yo me sienta aquí igual de perdido que Johny Weissmuller en la gran ciudad, pero a veces, con esto del idioma y las costumbres, sí que me gustaría contar con Chita para que pudiera echarme una mano.

Pingtung: flora y fauna

Algunos días me da la impresión de encontrarme en otra balsa de piedra, como la descrita por Saramago. Y cuando llega el chaparrón de media tarde esto parece Macondo. Desde la ventana de mi habitación veo bloques de viviendas (parecidos a esos de ladrillo de las ciudades españolas) pero también edificaciones más pequeñas, como las típicas casas de comidas (o de bebidas). Veo también palmeras (cocoteras o de betel). Y en la calle, a pie o desde la bicicleta, me cruzo con chuchos callejeros, todos de tamaño mediano pero de diferente pelaje y color (nada de perros de raza, menos mal; lo único "de raza" que he visto ha sido una especie de caniche canijo, blanco, más feo que un bacalao). Gatos, parece que no hay en Pingtung. Por la mañana temprano lo primero que oigo son pájaros, no sé si vencejos o golondrinas. Ahora que lo pienso, algunos días, aunque no todos, me despierta el quiquiriquí de los gallos. Por la noche, cuando vuelvo a casa, me encuentro con bastantes murciélagos que sobrevuelan de uno a otro extremo el canal a lo largo del cual transcurre mi callejón (vuelan bajo, por debajo de las ramas de los árboles, y parecen mayores que en España o en la isla griega de Íos, quizás porque aquí los veo más de cerca).

Hace una semana, cuando caminábamos Chen y yo de noche al borde del canal, nos cruzamos con un señor ya mayor en bicicleta que, al pasar de largo, exclamó refiriéndose a mí: "Narizotas" (o sea, "guiri"). El hombre es bicho raro para el hombre.

También he visto, como en Íos o en Sant Joan (Mallorca), pero no en Madrid, salamanquesas (no sé si también se llaman geckos o guecos), con la diferencia de que aquí una de ellas se aventura dentro de mi habitación. Como no me molesta, la dejo estar, a ver si se zampa algún bichito. Por su vida silenciosa y el contraste con sus movimientos predatorios, en chino se llaman "bihu" [pr. esp.: pi-ju], es decir, "tigre de pared". Además, sus visitas casi de incógnito me han permitido fijarme en algo tan sutil y liviano que hasta ahora siempre me había pasado inadvertido: el excremento de salamanquesa.

País desarrollado

Todos los días leo un periódico en inglés, el "Taipei Times". Si queréis desconectar de Rajoy, Bono, Terelu, Ibarretxe etc, os recomiendo echar un vistazo de vez en cuando a la edición "on line" "www.taipeitimes.com". Ayer hablaban de lo mucho que ha descendido (y sigue haciéndolo) el índice de natalidad. Otro artículo trataba un fenómeno aún más significativo, el del suicidio, que al parecer ha ocupado las mentes de más de la mitad de los participantes en una encuesta. No sé si se trata de que han reflexionado sobre la idea del suicidio desde un punto de vista teórico (según Camus al principio de "El mito de Sísifo", se trataría de la única cuestión filosófica realmente relevante) o de si, simplemente, se lo han pensado alguna vez. Como no todo el mundo sabe (y muy bien explica Santiago Alba en uno de los artículos recogidos en su libro titulado "Torres más altas" o algo similar), la gente de países más pobres se suicida menos; mueren de hambre, o por los efectos de nuestras bombas, pero, lo que es suicidarse, apenas lo hacen. Pues bien, el año pasado se suicidaron en Taiwán 3000 (tres mil) personas, lo que da un porcentaje mayor al de Inglaterra, Alemania e incluso EEUU. Hoy me contaban que hay una gran presión social en lo que se refiere a los estudios, y que otro motivo importante son las frustraciones o los desengaños amorosos. A esto se lo llama civilización y progreso.

Por cierto, en el número de ayer de TT anunciaban para el de hoy un artículo sobre la educación, acerca de la cual los políticos no hacen más que hablar de cara a la galería cuando, en realidad, es en las escuelas donde se marca a las futuras ovejas o cabras cuando todavía no han cumplido 18 años. A ver si luego tengo tiempo de leerlo.

También contaban el siguiente...

Chiste ruso:

Bush (hijo) va al dentista y éste le pide que abra la boca y diga "Aaaa". Bush responde: "¿Al mismo tiempo?"

Lugares sagrados

En junio, en Grecia, me molestaba que de la antigua religión de los griegos sólo quedaran en pie monumentos y ruinas y no poder asistir a ninguna ceremonia (como las descritas por Homero) en alguno de sus numerosos templos. Menos mal que en Taiwán, aunque abundan las iglesias cristianas de diverso tamaño, color y pelaje, los templos taoistas, budistas y/o confucianistas siguen en funcionamiento y no han sido barridos por los "cultos" de occidente.

WC

Otro punto en común con Grecia son los retretes. Tanto si son de silla como si se trata del modelo similar a un plato de ducha con un agujero en el centro y unas marcas para los pies (el más frecuente en todo el país), en ningún caso y bajo ninguna circunstancia se puede arrojar papel al retrete, tanto en lugares públicos como en domicilios particulares. En Grecia, al ver los avisos al respecto, me entraban ganas de escribir: "No arrojar poemas al retrete" (relacionaba la frase latina "Hoc fecit Vergilius", esto lo hizo o escribió Virgilio, con el esperanto de "Chi tie fekis Vergilio", aquí cagó Virgilio). En Taiwán los carteles están en chino pero se entienden igual de bien.

Homero

La palabra "hipopótamo" procede del griego y significa "caballo de río". Así se dice también en finés ("virtahepo"), alemán ("Nielpferd", caballo del Nilo) y en chino, "hema" [pr. je-ma]. Por una de estas extrañas casualidades de la vida el nombre de Homero también se pronuncia "hema", exactamente igual, auque se escriba de forma distinta. El que no se entretiene es porque no quiere.

Café

Aquí lo que está de moda ahora es el café y los cafés, como Starbucks, donde te clavan con la excusa de que también ofrecen un ambiente distinto. Debe de ser como lo del "sushi" en la Península.

Mascarilla

Numerosos (moto)ciclistas llevan puesta una mascarilla o bozal (con tejidos, colores y diseños muy variados), en teoría para protegerse de la contaminación causada por el tráfico. Pero, como confirmaba ayer mis sospechas mi amiga Jane (el nombre no es de coña, nada que ver con lo de Tarzán), la mascarilla no sirve para nada, salvo quizás para llegar con la cara un poquito menos sucia a la cita, ya que uno no puede dejar de respirar y de inhalar el mismo aire que si no la llevara. Y, sin embargo, la llevan.

Todo doble

Otra amiga, Kiki, me decía que en Taiwán todo es doble. Dos calendarios, dos nombres, dos nocheviejas, dos novios... Si bien la mayoría se rige por el mismo calendario que nosotros, el calendario oficial cuenta los años a partir de la fundación de la República de China, en 1911. Así que, según el ticket de caja del 7Eleven, hoy es 2004-09-03, mientras que según el de Starbucks en Sogo (El Corte Inglés de estas latitudes), nos encontramos en el día 93/09/03, es decir, 3 de septiembre del 93 (no de 1993, no, sino del 93 y punto). Además, para sus fiestas tienen también el calendario lunar, con el Año Nuevo Chino etc.

En cuanto a los nombres, aparte del nombre oficial en chino, a cada uno se lo llama de manera distinta, con un mote o apelativo, según se dirijan a él sus padres, hermanos, amigos, colegas... Por ejemplo, conozco a una chica a la que llamamos Xiao-Mi, literalmente "pequeño arroz, arrocito", es decir "mijo"; a la novia del hermano menor del cuñado de Chen (¡!) todos ellos la llaman Xiao-Bai-Mei, algo así como "Guapa Blanquita" o "Blanca Bonita" (lo cual la describe bastante bien). Y yo, con mi nombre y dos apellidos polisílabos, supongo que los tengo algo desconcertados. Reformulo la frase: el hombre es un perro verde para el hombre.

Por otra parte, casi todos los taiwaneses tienen también nombres de pila occidentales... y cuáles: Annette, Apollo, Carly, Flora, Ingrid, Jessica, Krein... Y, sin embargo, me gusta la idea de poder elegir un nombre, el que a uno le guste, y que luego aparecerá junto con el nombre chino incluso en el pasaporte. Yo todavía puedo hacer lo mismo, pero a la inversa, al escoger mi nombre en chino. Otra amiga, Lily, no contenta con esto, se ha buscado también un nombre en español, María José, aunque no creo que vaya a utilizarlo mucho.

Titanic

Por cierto, Lily y Robin (un inglés que lleva ya 25 años en la isla), al saber que la canción que más odio es "Titanic", de Celine Dion, me la han tarareado varias veces esta mañana, llamando así la atención del público circundante, menos propenso a estas exhibiciones de talento artístico. La canción más odiada por Robin es "Hotel California", de Eagles, que a menudo le piden que toque cuando canta con su grupo. Seguro que todos tenemos nuestra canción maldita.

Poemas

Ah, hoy estoy especialmente contento porque ayer me llegaron por correo los ejemplares de mis dos libros de poemas recién publicados. Por fin he podido verlos, tocarlos... y releerlos.

Curso intensivo de chino

Para terminar, aquí van las dos primeras lecciones de un nuevo método de mi invención para aprender chino por asociación de ideas. Dos españoles residentes en Taipei me han confirmado que funciona. Cada lección sólo consiste en aprender una palabra, así que, ánimo, todos podéis hacerlo.

LECCIÓN 1

"caracol" en chino se dice "coño".

LECCIÓN 2

"lápiz de labios" se dice "cojón".

31.8.04

tiene narices

Acaba agosto y, de momento, parece que aumenta la frecuencia de mis mensajes. No me considero reportero, pero me gusta obligarme a escribir un poco varios días a la semana dejando constancia de mis impresiones, algo que no hice durante mi primera visita de un mes a Taiwán hace dos años y medio, ni tampoco en mis anteriores viajes por Finlandia y otros países europeos de cuyo nombre prefiero no acordarme.

Decíamos ayer que los taiwaneses ya no preparan tofu en casa, y Chen me lo ha confirmado. En cuanto a Carrefour, todas las grandes ciudades lo tienen, y de talla XXL (en Taipei también hay IKEA, y MaNGo, y Zara, y creo que ya comenté que hay un 7Eleven casi en cada esquina). El cocido chino (que otros llaman fondue china, olla mongola y varias cosas más) se diferencia de los cocidos españoles en que se sirve y prepara al mismo tiempo, es decir, uno se sienta a una mesa provista de fuego alimentado por gas, sobre el cual hay una olla con caldo (de carne, verduras, pescado o marisco). A los lados se ponen bandejas con ingredientes diversos (tofu, morcilla de pato, bolas de taro, verduras, setas, albóndigas de carne o pescado, carne cortada en finas lonchas etc) que uno va cogiendo según le apetezca para introducirlos en la olla, de modo que, en cuanto se cuezan lo suficiente, el comensal los saque del caldo, los moje en alguna salsa (picante o no) y se los zampe. Al final se apaga el fuego y queda una sopa con más sustancia que el caldo base del principio.

También se diferencia el concepto de "granizado": aquí te ponen en el plato un montón de hielo picado (hielo, sí, agua pura, H2O), le añaden trozos de la fruta que elijas (por ejemplo, mango fresco) y, si quieres, lo rocían con un chorro de leche condensada. A mí me parece un timo pagar por el hielo (si al menos se tratara de zumo congelado y luego triturado), pero, en fin, cada país tiene sus costumbres. En Bruselas hay que pagar una propina o impuesto revolucionario al gorila de la puerta para salir de las discotecas [y de los bares de copas].

No me atrevo a hablar demasiado sobre el tema de la mujer en el mundo laboral. Parece que ahora acceden a los mismos puestos de trabajo que los hombres, pero no sé si, como en Europa, cobran menos que nosotros por el mismo curro, y después se ocupan también del trabajo de casa. Como en España, en las universidades hay tantas mujeres o más que hombres, y también tienen una esperanza de vida mayor, por encima de los setenta años. He leído que el número de hijos por mujer ha descendido enormemente en las últimas décadas, lo que unido a la mayor longevidad tiene como resultado un envejecimiento acelerado de la población. Nada nuevo. Lo mismo que en España, Japón... Por algo lo ha elegido Icíar Bollaín como tema para su próxima película [aunque de momento va a sacar primero una comedia]. Pero todo esto no son sino datos fríos ("las estadísticas son como el bikini: dan una idea pero esconden lo esencial"; no estoy de acuerdo, pero lo cito porque me apetece).

Hay tantas imágenes que querría transmitir pero no puedo hacerlo... Por ejemplo, el abigarramiento de las calles. Justo ayer y hoy se celebra aquí el Festival (o la Fiesta) de los Espíritus, día con el que concluye agosto, mes de los espíritus y fantasmas. Para festejar su regreso o retorno al otro mundo, el de ultratumba, se los agasaja con tenderetes rebosantes de comida, se tiran petardos y, a las puertas de templos, templetes y tiendas, se quema en hornos portátiles dinero falso como ofrenda. En agosto, la gente muy creyente (es decir, muy supersticiosa o santera, si usáramos los términos equivalentes a los de los españoles que se desviven por sus santos, capillas y procesiones) no dejan que los niños se bañen en el mar o el río para evitar que sean presa fácil de algún espíritu con mala idea. Anoche, para celebrarlo, Chen y yo fuimos al cine a ver "Van Helsing", americanada en la que se funden personajes derivados de antiguas leyendas centroeuropeas sobre espíritus más lóbregos: vampiros, nosferatus, hombres lobo... En realidad lo que ocurrió es que Chen tenía invitaciones para el cine, y, de las dos películas en inglés con subtítulos chinos, sólo nos venía bien por el horario ésta de temática transilvana; menos mal, porque la otra se titulaba "El Álamo", y ésa sí que me suena a fantasmada yanqui sin atenuantes.

Os contaba que en Pingtung, por el mero hecho de ser un narizotas blancucho con ojos azules (ya veis qué mérito) la gente te mira, de forma evidente o sin que se note (aunque se nota de todos modos). En Taipei la situación es muy distinta: los taiwaneses apenas se fijan en ti; ahora bien, cuando te cruzas con otro narizotas, en lugar de mirarte e incluso saludarte como en Pingtung ("El doctor Livingstone, supongo"), el otro hace como si no te viera y como si él mismo fuera invisible, indistinguible o taiwanés. La verdad, reconozco que prefiero Pingtung, y creo que a todo el mundo le vendría bien sentirse especial de vez en cuando sin tener que ponerse el traje de luces en Las Ramblas o en las Siete Calles de Bilbao (espero haberlo dicho bien). Hace dos días conocí a una chica que, hasta ese momento, no había conversado nunca con un extranjero (y, para no haberlo hecho nunca ni haber salido de Taiwán, lo cierto es que hablaba inglés bastante bien). Creo que no estaba borracha, aunque le hacía mucha gracia cada vez que yo decía algo en chino (algo así como lo del lehendakari negro en "Airbag") e incluso me echó 23 años (luego me confesó que pensaba que tenía 25, pero que me restó dos por cortesía; yo le eché a ella dos más de los veinte que tenía, con lo que mis dotes de pitoniso quedaron por los suelos).

Naturalmente, aquí poca gente ha viajado a Europa, y lo normal es que hayan visitado Japón, Hongkong, China continental, Singapur, Indonesia, Tailandia, Corea... A veces me preguntan si en España hablamos inglés. Bueno, dejo de dar el coñazo.

30.8.04

el tofu en casa

Antes de que se me olvide, lo de las medallas de oro iba en serio. No sé cómo pude escribir "de horo", con hache de hacha. Si eso no es un lapsus, que venga Freud y lo vea.

Kathryn me pregunta si las familias todavía hacen tofu en casa. No creo, al menos no en las ciudades (en Europa tampoco suele hacerse ya el pan en casa, ni la masa para las pizzas, por ejemplo). Aquí impera el consumismo; en ninguna calle mediana de cualquier ciudad taiwanesa queda libre un local ni un centímetro cuadrado de acera donde no se venda u ofrezca algo; por todas partes hay tiendas, y puestos o casas de comidas (no son exactamente restaurantes, ni bares, pero tampoco me atrevo a llamarlas tascas o mesones). Y los supermercados son el no va más. Por eso supongo que resulta más fácil comprar el tofu en el Carrefour (hay uno aquí en Pingtung), al igual que mucha gente adquiere tallarines instantáneos y comida preparada.

En cuanto a la comida, ya no me parece tan sana como durante mi primera visita, hace dos años y medio. Me sigue pareciendo variada desde el punto de vista de la diversidad de ingredientes y de platos (es decir, combinaciones de ingredientes), aunque otro estómago menos tolerante o menos acomodaticio podría decir que todo le parece o le sabe igual. Ahora bien, no es lo mismo comer como turista gastronómico, de restaurante en restaurante, siempre a la carta, como MVM o el insoportable e impresentable de Ferrá Adriá, que alimentarse en los puestos o casas de comidas donde lo hace la mayor parte de la población; en los mercados nocturnos, con ambiente similar al de las ferias, con tenderetes que ofrecen zumos, tofu, perritos calientes (con "pan" de arroz), morcilla (de arroz y sangre de cerdo o pato, pero no embutida en piel sino ensartada en un palo, como un polo) untada con cierta salsa y espolvoreada con cacahuete en polvo, o buñuelos rellenos de taro (tubérculo tropical), así como todo tipo de carnes fritas o salteadas, tortillas (de ostra, por ejemplo), o chorizos y salchichas formosianas... Nada que ver con la cocina japonesa, más ligera y saludable. En el fondo, me recuerda más a la fritanga española de toda la vida (lo de la dieta mediterránea me temo que es un mito bienintencionado para vender más vino y aceite de oliva).

Tema aparte es el cocido taiwanés; uno bueno, de marisco, de verdura o de carne de cabra (mi favorito), en agradable compañia, es algo que recomiendo sin reservas.

Por cierto, ayer almorzamos con unos amigos de Chen en Changhua, al sur de Taichung, en un restaurante japonés muy bien puesto. Los amigos pidieron un gran número de pequeños platos, desde caracoles cuya concha parece media canica o la lentilla de Polifemo, a unas ostras gigantes (no como las pequeñas que se utilizan para las tortillas) traídas, al parecer, de Australia. Yo las había comido ya en Galicia y en Croacia, de esas vivas que se retuercen en la concha al bautizarlas con un chorrito de limón, pero éstas eran mucho mayores, tanto que resultaron vanos mis esfuerzos para despegarlas con el hocico y tuve que ayudarme malamente con los palillos (estaban crudas, pero, por suerte, no vivas como en Europa; de otro modo, Zeus sabe quién hubiera devorado a quíen y cuál habría sido el resultado de la contienda).

Hace días escribía sobre la familia tradicional. Otra cuestión es la de la situación de la mujer. Aquí también han cambiado bastantes cosas en las últimas décadas, sobre todo en las grandes ciudades. Cada vez hay más mujeres que trabajan, y me da la impresión de que las mujeres taiwanesas no se encuentran sometidas al dictado de los "hombres de la casa" de igual modo que, me imagino (y aquí va uno de mis prejuicios, ya que se refiere a un país que sólo conozco de oídas, y no mucho), puedan estarlo en México. Lo que si me resulta muy sorprendente es el elevado número de abuelas (de 70 años o más) que circulan no ya en bicicleta, sino en vespa o en escúter, a veces llevando a otra de paquete, en todas las localidades del país. En España parece que los viejos dejan de conducir y sólo salen a dar un paseo con el bastón para comprar el periódico o los churros (el domingo); lo que desde luego no he visto nunca en la Penísula es tanta anciana motorizada, autónoma y semoviente.

Cambiando de franja de edad, parte de las adolescentes urbanas taiwanesas han importado de Japón la moda de ponerse medias-calcetines negras, transparentes, por debajo de la rodilla. Quizás a alguien ese aspecto (no sé de qué, ya que no de colegiala) le resulte sexy; a mí me recuerda a las abuelas de los pueblos de España, vestidas de negro hasta las orejas, con moño y faja o refajo.

Termino con la visita, este domingo, al Museo del Palacio Nacional, en Taipei, que alberga las mejores colecciones de arte chino del mundo (aunque ahora sólo se podía visitar una pequeña parte debido a las obras de acondicionamiento de numerosas salas). Las mejores, no sólo porque son las que se trajo a la isla el gobierno del KMT en 1949, tras haberlas paseado por China continental para que no se las arrebataran los japoneses; las mejores también porque, durante la Revolución Cultural en China en los años 60 (si no me equivoco), mucho fanático comunista se encargó de liquidar obras de arte ahora irrecuperables (llamémosle Efecto Mao 5 Estrellas). Pues bien, aunque recomiendo hacer la visita en día laborable, a ser posible en otoño o invierno, para eludir a los grupos de turistas japos o yanquis con guías insilenciables que impiden disfrutar en paz de la contemplación de objetos milenarios, con eso y con todo quedé impresionado: piezas de metal, o de jade, de más de 3000 años, no sólo los caprichos horteras de los emperadores, sino también armas, calderos, jarras para vino, sellos... Y a mí, que voy aprendiendo con gran esfuerzo la lectura y escritura del chino, me agradó poder reconocer, leer, algunos caracteres escritos, grabados o tallados hace 2500 años, cuando todavía no habían llegado al grado de estilización (y amaneramiento) de nuestros días.

29.8.04

el efecto Fujiwara

Hola desde Jungli / Jhongli / Zhongli, ¿Os habéis enterado de que, por primera vez en la historia de los juegos olímpicos, Taiwán ha conseguido dos medallas de horo (en Taekwondo)? Es imposible no enterarse de algo tan importante y trascendental (menos mal que nos queda Forges).

Los meteorólogos temían que entre Aere y Chaba se produjera el efecto Fujiwara. Como os prometí, os lo explico ahora. Se llama efecto Fujiwara a la interacción entre dos tifones que comienzan a rotar el uno en torno al otro (quizás como el sistema Tierra-Luna, planeta doble más que planeta y satélite, que orbita en torno a un punto situado en la propia Tierra). Como resultado, el segundo tifón puede demorar el avance del primero, haciendo que su presencia en determinada zona se haga sentir por más tiempo. Por más que intento buscar una comparación con las relaciones entre países, o entre personas ("Dios los cría y ellos se juntan", "Se juntan el hambre con las ganas de comer"), sólo me vienen a las mientes imágenes de galaxias (que, en definitiva, no son sino tifones de estrellas, de materia).

Otra reflexión: una tormenta tropical o los últimos coletazos del tifón Aere en el estrecho de Taiwán pueden ocasionar el aleteo (o el bostezo) de una mariposa en la sierra madrileña.

Nos vamos hacia Taichung / Taizhong y luego Pingtung / Pingdong.