30.11.09

Nápoles

Hablemos de la arquitectura musoliniana. Ya en el centro de Turín habíamos recorrido los enormes soportales de la Via (¿o Viale?) Roma, construida durante el periodo de Mussolini. Por lo que he creído entender, más lo que añado de mi cosecha y lo que me invento, se trata de una deformación o perversión de la arquitectura racionalista de los años 20 y 30, puesta al servicio de la propaganda política y de la grandilocuencia patriotera del estado fascista; de la grotesca combinación de una burda caricatura del arte clásico romano con un monumentalismo pervertido, que tiene como efecto la supresión de la escala humana, el ninguneamiento o aniquilación metafóricos del individuo (ambos fenómenos pueden darse juntos o por separado); o, en palabras de un amigo italiano (no me preguntéis de quién, que ahora no me acuerdo), de una abrumadora falta de imaginación... aunque, diría yo, infinitamente más imaginativa que la rancia y miserable arquitectura del franquismo. Pues bien, aquí me veis ante la sede central de Correos en Nápoles, adornada con una inquietante inscripción que nadie se ha molestado en quitar.


Había leído que, por el abandono, caos imperante, ruido etc, Nápoles se parece más a ciudades mediterráneas que desconozco como Marsella, Tánger o El Cairo, que a las italianas Roma y Milán. También nos aconsejó un amigo napolitano que, de noche (o incluso de día) no nos aventurásemos por oscuras callejuelas, pero que transitar por las vías principales era totalmente seguro (es decir, llegué a Nápoles con cierto acojonamiento previo, si bien esos consejos servirían para cualquier gran ciudad española). ¡Nápoles, etimológicamente la Nea Polis, la Ciudad Nueva! Antes de conocerte yo utilizaba la expresión "cruzar a lo mataperros" para referirme a la acción de atravesar la calle por un punto donde no hay semáforo ni paso de peatones, mientras los coches se aproximan peligrosamente... En Nápoles, ciudad hermosamente ruidosa y caótica, hay que aprender e incluso disfrutar de cruzar "a la napolitana": cruzar por dondequiera que sea y que no se note que parezca que ni el peatón mira a los coches, ni que los conductores reparan en el peatón... Al final, peatones y coches avanzan y circulan, en un vals imperceptible, mientras que en la civilizada España a uno ya se lo habrían llevado por delante... Vamos, un poco como cuando se intenta ligar en una discoteca... Bueno, me quedo con ganas de volver algún día a Nápoles y deseando que alguno se contagie de nuestro deseo de conocer mejor esa hermosa ciudad.... Quizás lo consiga este inusual graffiti.


En Nápoles tuvimos como inmejorable guía al entrañable, gran poeta en esperanto Nicolino Rossi, que nos condujo, entre otros lugares, al paseo marítimo, con la presencia de fondo del siempre amenazador, sereno y majestuoso Vesubio.


En el café Gambrinus procedimos Nicolino y yo al intercambio de libros de poemas, dedicatorias, firmas...


Por último, Chen y yo cenamos en la pizzería Brandi, donde se inventó la pizza Margherita. Recordemos que la pizza napolitana, al contrario que la romana, tiene una base más gruesa, especialmente en el borde.


¡Buen provecho!

29.11.09

Siena

Hoy estoy vago y falto de ideas, y tengo muchísimas cosas que hacer, así que no escribiré demasiado. Eso sí, como ayer os dejé sin postre (en Pisa), ahora me daré el gustazo de exhibirme en acción segundos antes de atacar un rico tiramisú.


Otra de las excursiones que hicimos desde Florencia fue a Siena, ciudad hermosamente gótica (creo que Chen no se refería a ella cuando acuñó la expresión de "gótico caótico").


Ahora bien, como nuestra visita fue un sábado, coincidimos con millares de turistas que tuvieron la misma idea que nosotros. Según fueron pasando las horas, la ciudad se fue llenando y llenando, hasta que, ya de noche, más parecía Venecia, pero con canales de gente, que no de agua (en realidad Venecia tiene canales de ambos tipos).


Personalmente prefiero que las multitudes de turistas se dispersen, difuminen o disimulen entre los habitantes de la ciudad, como ocurre en Florencia y, por supuesto, en Roma. Ya sé que yo también soy un turista más, pero no disfruto cuando tengo la sensación de estar paseándome por un parque temático.

Llegados aquí, despidámonos de Florencia con una muestra de los curiosos nombres de algunas de sus calles. Por ejemplo esta esquina, casi una metáfora de la vida...


O esta plazuela, ahora que las mentes abracadabrantes de la iglesia católica (con Benito 16 a la cabeza) han decretado que el limbo no existe, ni siquiera durante los 15 minutos necesarios para la carga y descarga...

28.11.09

escritores y torres

Cuatro noches pasamos en Florencia, y en dos ocasiones aprovechamos para hacer excursiones durante el día a ciudades cercanas, como cuando se visitan Segovia o Toledo desde Madrid. El día que decidimos ir a Pisa (nombre que, por cierto, en chino suena igual que "pizza") nos encontramos en la estación a una chica con dos maletas llenas de libros a la que ayudamos a subir al tren (¿qué ocurrirá con este tipo de situaciones cuando todo el mundo lleve un aparatejo ligero y plano con toda su biblioteca electrónica? ¿no se volverán a producir?) y con la que compartimos hora y pico de viaje y de conversación tan agradable y amena como interesante.


Se trata de Brenda Lozano, joven escritora mexicana cuya primera novela, "Todo nada", ha sido publicada por Tusquets. ¡Hola, Brenda, y enhorabuena una vez más! Te lo digo con la sana envidia de escritor famoso frustrado, como creo que me definí en cierta ocasión.


Pese a haberla visto en fotografías, dibujos, postales y películas miles de veces a lo largo de mi vida, la visión in situ de la torre de Pisa me impactó. O, más bien, no sólo la de la torre sino la del conjunto que forma con la catedral y el baptisterio, tres edificios majestuosamente aislados en medio de una llanura, construidos en su momento fuera de la ciudad, como gigantescas agujas de lava o basalto que hubieran surgido a la luz desde las profundidades. Dado que ninguna de nuestras fotos podría transmitiros esa sensación, aprovecho para presentaros a Mauro, gran poeta en esperanto y amigo por correspondencia desde hace ya bastantes años, con el que me encontraba por primera vez en carne y hueso (inquietante expresión si tenemos en cuenta que su ocupación profesional es la de cirujano, en particular para operaciones relacionadas con el intestino, algo que yo también conozco, pero como paciente y conejillo de Indias).


Mauro nos había recogido en coche en la estación, de allí nos llevó a la explanada o Campo de los Milagros (donde se cierne la torre) y luego a su casa, donde comimos estupendamente con su mujer Angela y las hijas Serena y Dorabella (ahora que lo pienso, a Dorabella la conocimos después de comer, pero qué más da). Cuando se acercaba el momento mágico del postre y los chupitos me percaté de que los recipientes elegidos por Angela habían adoptado espontáneamente una forma que, en esa ciudad, no me atrevo a calificar de caprichosa o arbitraria.


Después, y dado que la lluvia había cesado (de hecho, no volvió a hacer acto de presencia en el resto de nuestro viaje), volvimos con Mauro a visitar la torre y, desde allí, el casco antiguo de Pisa. Os dejo con una imagen de finales de la tarde y, tras ella, un poema de Salvatore Quasimodo (1901-1968), traducido por Antonio Colinas, como prometí ayer.



Ed è subito sera

Ognuno sta solo sul cuor della terra
trafitto da un raggio di sole;
ed è subito sera.


Y de pronto anochece

Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra
traspasado por un rayo de sol:
y de pronto anochece.

27.11.09

por fin, Florencia

Podéis leer lo que escribió Ferlosio sobre lo que él mismo llama "efecto turifel" pinchando en estas dos palabras. Pues bien, mi amiga Claire me escribe: "A mí lo que me impresionó de la catedral de Milán fue el andar en el tejado a través de las cientos de estatuas... ¡Te imaginas cuánta gente esculpiendo! ¡Qué de talento anónimo!". Sin duda. Lástima que Chen y yo no llegáramos a subir... aunque sí, luego, a la cúpula de la catedral de Florencia (merece la pena el esfuerzo para ver desde su interior los frescos que la decoran, así como la ciudad desde su exterior)... Por cierto, también nos quedamos sin ver, en Milán, "La última cena", pero seguro que sus 13 comensales pueden seguir esperándonos unos cuantos años más, rodeados como están de manjares y de jarras de tinto... En fin, de Bolonia llegamos a Florencia, pero en vez de mostraros su catedral, mejor veis a Chen ante la iglesia de Santa María Novella, cercana a la estación de ferrocarril y al hotel en que nos alojábamos, el Universo (buen nombre).


Nuestra habitación daba a la plaza, con las ventajas e inconvenientes que ello conlleva, entre los últimos el ruido de comercios o borrachos, así como el tañir de las campanas o la sirena de alguna ambulancia.


Por otra parte, este viaje ha sido una auténtica inmersión lingüística sin oxígeno en la lengua italiana, y ya se sabe que el italiano, lejos de ser un idioma fácil para los españoles, puede resultar muy pero que muy traicionero ;-) Ya tras la primera noche en Milán, me levanté agotado por el esfuerzo de horas y horas soñando íntegramente en la lengua de Berlusconi y Dante... Por suerte la inmersión ha sido también gastronómica. Por ejemplo, finas lonchas de fiambre como acompañamiento a una ligera sopa florentina de verduritas...


... O la bisteca alla fiorentina, que se ha de comer poco hecha...


O, de postre, unos dulces crujienticos para mojar en vinsanto o la panna cota con chocolate...


¡Seguiremos informando! (En la próxima entrada, prometo poesía).

26.11.09

parada en Bolonia

Lo mejor de este viaje ha sido, sin duda alguna, el reencuentro con viejos amigos y el descubrimiento de nuevas amistades. Aquí tenemos al gran Gian Carlo, sin cuya presencia en Madrid junto con su esposa Ada hace más de 20 años no me hubiera embarcado en cierto viaje a Bruselas en el verano de 1985 (y de allí a Holanda y Alemania) que me zambulló de lleno en el mundillo del esperanto y del que en parte se habrían de derivar los 15 años dedicados a la interpretación de conferencias y quizás también mi actividad actual de bibliotecario. ¡Brindemos, con el bicerin en la mano, por la amistad y la buena vida!


Tres noches pasamos en Milán y una en Turín antes de subirnos a un tren camino de Florencia con parada en Bolonia, la ciudad roja. En el (foto)blog de Chen, cuyo enlace podéis encontrar a la derecha de estas líneas, tal vez veáis más fotos del viaje. Yo pongo sólo unas pocas, como ilustración de los textos también bastante breves con los que resumo nuestras dos semanas de vacaciones por tierras de Italia. Será que ya estoy viejo, o soy vago, o las dos cosas a un tiempo... Bueno, tengo previsto poner otras fotos, y otros textos, también en mi blog en esperanto, centrándome en las presentaciones de poesía que hice en los clubes de Turín, Nápoles y Roma, así como en otros amigos a los que presentaré igualmente en este blog, como a Gian Carlo.


Para Chen, el tren era el búnker perfecto en el que desplegar los mapas y planificar las campañas, expediciones y operaciones, mientras yo dedicaba cada día de trayecto a leer a uno de los nueve "Poetas italianos contemporáneos" recogidos por Antonio Colinas en una antología bilingüe publicada por Editora Nacional en 1977 y que compré recientemente (por 6 euretes) en el Paseo de Recoletos, entre ellos Dino Campana, Salvatore Quasimodo y Pier Paolo Pasolini.


Podría haber elegido ahora, de entre las fotos de Bolonia, la de las famosas dos torres de ladrillo rojo, o los murales de su plaza mayor que recuerdan a quienes cayeron en la lucha contra los fascismos (¡qué diferencia con Hespaña!)... pero al final me quedo con ésta, la de un altar en perfecto estado de conservación del credo religioso que en la actualidad impera en Europa: el telefútbol.


Por suerte en ese mismo lugar disfrutamos de una excelente comida (no os fiéis de la expresión de mi cara). Ah, qué bien se come en Italia, cómo cuidan la calidad, variedad y presentación de los ingredientes, el buen pan, y qué rico está el vino...


Amigos, ¡salud y poesía!

25.11.09

de Milán a Turín

Tuvimos suerte con la temperie. Nos llovió los primeros dos días en Milán y el principio de la tarde que visitamos Pisa (la semana posterior), pero luego se plantó un anticiclón sobre los cielos de Italia hasta el punto de que llegué a pasar el día en camiseta tanto en Nápoles como en Roma (¡a mediados de noviembre!). A pesar de todo, nos pateamos Milán, cuya catedral reconozco que me resultó menos impresionante de lo que esperaba, quizás debido al "efecto Tour Eiffel" de que habla el recién galardonado Rafael Sánchez Ferlosio en uno de sus ensayos.


En Turín salió el sol, y llegamos a toparnos con el rodaje de una película ambientada en la Italia fascista, ante la fachada en ladrillo ondulante de un edificio en el estilo barroco piamontés.


Una de las maravillas de Turín es el chocolate a la taza así como el "bicerin" (pronúnciese [bicherín], lo que significa "vasito"), que combina en una copa chocolate, nata y café.


Allí visitamos el Museo Egipcio, en el que me impactó la reconstrucción de una pequeña cámara funeraria con materiales arqueológicos traídos de Egipto por los italianos. En esta imagen se ve una estatua de la diosa Sejmet, con cabeza de leona, cuyo culto se (con)fundió con el de la diosa Bastet, de cabeza gatuna.


Por último, una vista de Turín con los Alpes de fondo desde la torre llamada Mole Antonelliana.

22.11.09

para empezar, Milán

Acabamos de regresar esta tarde a la (a)normalidad habitual de Madrid y de España después de pasar dos semanas largas en tierras italianas. Iré dando cuenta de nuestras andanzas y pitanzas en sucesivas entradas del blog, de 5 en 5 fotos, comenzando por el principio, es decir, por Milán. La noche que llegamos llovía bastante, pero nuestros estupendos anfitriones (además de redactores y lexicógrafos) Laura y Piero nos invitaron a la fiesta de cumpleaños conjunta de dos amigos suyos, Gabriella y Claudio, que cumplían 40 añetes cada uno. Se celebraba en un antiguo manicomio reconvertido en centro cultural, y la mayor parte de los invitados eran gente de izquierdas, (ex)comunistas o no, pero bastante rojos y curtidos en definitiva.


Ésta es la única buena foto que tenemos con Laura. Deberíamos habernos sacado alguna más también con Piero, pero, en fin, con unas cosas y otras se nos pasó, aunque cuento con recurrir a la música de Fabrizio de André y a los tebeos de Jacovitti (como "Cocco Bill") para compensar esa laguna.


Doy fe de que los vinos y la comida eran excelentes, en especial los quesos y fiambres.


Esa noche descubrimos que el Babbo Natale o Papá Noel no es un finlandés o lapón de Rovaniemi, sino que se llama Paolo, es también lexicófago y habita cerca de Milán. Según nos contó, sus sobrinos lo llamaban "lo zio" (el tío), lo que viene a pronunciarse casi como "l'ozio" (el ocio).


Además tiene una hermana, asimismo lexicófraga, llamada Donata.


Qué mejor forma de iniciar este viaje y su relato... ¡Salud, vino, amistad y poesía!