28.4.11

Huellas, de Baldur Ragnarsson

La Noche de los Libros, ayer día 27 de abril, tuvo lugar una lectura pública en la Biblioteca Nacional de España. Yo leí, primero en el original en esperanto y luego en mi traducción al español, el poema Huellas del escritor islandés Baldur Ragnarsson, nacido en 1930 (foto de Ziko).















Huellas

A veces ciertas huellas de pies humanos
ocupan mi mente.

Las huellas de los pies desnudos
que Robinsón
encontró en la arena de su isla.

Las huellas petrificadas de hombres primitivos
marcadas en un desierto de Etiopía
hace dos millones de años.

La huella de Neil Armstrong
en la superficie de la luna.

Pero me obsesionan sobre todo
mis propias huellas
marcadas hace décadas
en un monte desértico
al este de Islandia,
borradas
hace ya otras tantas décadas
por la lluvia y la tormenta.

Aunque esas huellas
no tengan un lugar garantizado
en la literatura del mundo
ni un significado transcendental
en la historia del hombre,
sin embargo se mantienen firmes
en mi memoria
como símbolos de una agilidad pasada
y de un brío juvenil
de aquellas tardes cuando, después del trabajo,
me animaba a explorar
las tierras altas, deshabitadas, en torno a nuestras tiendas
mientras mis cansados camaradas
reposaban ya, distendidos,
sin poder entender
mi inútil afán de vagar
mi extraña obsesión por dejar mis huellas
en la hierba baja
la arcilla pegajosa
y la arena áspera
y sobre cimas desérticas sin vegetación alguna
sin vida alguna
salvo la de aves esporádicas
en vuelo camino de mejores sitios donde alimentarse.

A menudo busco en mis pensamientos
esas huellas borradas
porque para mí todavía tienen valor
como testimonios del deseo
de seguir mi propio camino
y, al final, de marcar otras huellas
no tan fácilmente borrables,
huellas que puedan ser consideradas como de algún valor
por los desconocidos
que sigan mis pasos.



10.10.2007

























Título original: Spuroj (del poemario La neceso akceptebla, 2008).
Traducido del esperanto por Jorge Camacho.
Foto de Nevit Dilmen.

27.4.11

fim de semana no Porto 3

El último de los 3 días que pasamos en Oporto, quedamos con Manela y João Pedro, dos amigos de Fred, que nos llevaron no sólo a la casa museo Serralves sino también a un restaurante que conocían, y en el que tomamos arroz de marisco y bacalao (¡cómo no!), así como una insuperable tarta de chocolate.





26.4.11

fim de semana no Porto 2

Por recomendación de nuestro amigo Fred, fuimos a una casa de comidas caseras, donde probamos, para empezar, la alheira, embutido cuyo nombre supongo que viene de alho, ajo (¿ajera?).

Continuamos con tripas (callos) a la manera de Oporto...

... y con una de las especialidades de la casa, el filete de pulpo (con acompañamiento de arroz), todo ello amenizado con vino tinto de Alentejo.

Parece que le caímos bien al amable señor que nos atendió y que respondió a nuestras variadas preguntas en todo momento.

Y de postre, aletria, excelente invención similar al arroz con leche pero hecha a partir de una masa de fideos finos amasados con bastante huevo, y a la que también se le pone canela por encima.

25.4.11

fim de semana no Porto 1

Hace tiempo que no viajamos, y sé que echáis de menos nuestros reportajes geograstrográficos, así que hoy, 25 de abril, día de la Revolución de los claveles, os daremos satisfacción con un reportaje en tres partes sobre nuestra última escapada. El título de esta entrada significa literalmente en portugués "fin de semana en el Puerto", pero en la práctica su significado es otro: fin de semana en Oporto. Eso hemos hecho en Semana Santa Chen y yo, pasar tres días en esta ciudad lusa y probar, por ejemplo, la francesinha, esa supertostada carnífera gratinada y empapada en salsa:


Coincidimos con numerosísimos turistas, españoles en su mayoría, que tuvieron la misma idea que nosotros. Cómo no, una de las citas obligadas era una librería famosa por su arquitectura y decoración, a cuya entrada hacían cola personas que normalmente no pisarían una librería ni borrachos, tampoco comprarían un libro (ni siquiera de Zafón), menos aun en portugués... y a los que probablemente en el fondo tampoco les interesa demasiado el aspecto de la librería de marras. Pero, qué le vamos a hacer, si la guía dice que hay que verlo, pues se hace cola y ya está.


Yo prefiero otro tipo de citas obligadas, por ejemplo con los bolinhos de bacalhau (así se llaman en Oporto), acompañados en esta ocasión por una copita de oporto en Vila Nova de Gaia, en la otra orilla del Duero:


Después de un viernes lluvioso disfrutamos de un sábado y domingo soleados, como muestra esta foto desde el Jardim do Morro, con el Duero y el centro de la ciudad al fondo de la imagen.


Para terminar, para los amigos gatófilos, esta foto de un felino para el que no se me ocurre mejor nombre que el de Gato WC.